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Última obra de Miguel Ángel Delgado Luján presentan en la Católica

En la Sala de Arte de la Casa de la Cultura UCSM

El jueves 18 del mes en curso a las 19:00 horas en la Sala de Arte de la Casa de la Cultura de la Universidad Católica de Santa María, se realizará la presentación del Cuento ¡HEY LINGO!  del desaparecido escritor y poeta Miguel Ángel Delgado Luján 

¡HEY LINGO!   Es, más que un cuento largo dirigido a niños, jóvenes y adultos, un viaje a la ternura, a la emoción, a un mundo con valores; y todo llevados por esa pluma diáfana, dinámica y alegre, pero profunda a la vez, que no nos da tregua hasta que lleguemos al punto final, tan característica de la obra de Miguel Ángel Delgado Luján

Cuando la muerte lo sorprendió, había adelantado bastante en la edición de esta, su última obra.

PALABRAS DEL AUTOR

Antes me perseguían los gatos. Y todo empezó cuando el que suscribe andaba por los ocho o nueve años de edad y se me ocurrió de improviso que era capaz de escribir un cuento, el mismo que tendría como eje central al de mi hermana Vira. Parecía algo fácil, sin embargo no pude redactarlo, es más, ni siquiera llegué a los dos renglones: Aún no conocía mi naturaleza de escritor-minero, la que hace que mi escritura sea lenta, pausada, sin saber qué continúa (ay, nadie me dicta, como dicen les ocurre a otros autores a los que les fluye la palabra escrita cual si alguien les dictara); todavía no podía saber que dicho proceso iba a ser siempre para mí como buscar en una mina materiales valiosos, arduo y fatigoso.

Pero años después de lo que reseño, cuando ya fui consciente de tal cosa, los gatos, que, por otro lado,no son muy de mi agrado, empezaron a corretearme; tan es así que de mis once libros dos tienen como personaje importante a uno de éstos y en otros tres, está el conocido Garabato.

 

Ahora vamos a hablar de los perros, los cuales toda la vida me han gustado. Mas, nunca tuve uno que fuera propio, pertenecían a la familia, en general; y a nadie, en particular. En este sentido, recuerdo en especial a una que nos acompañó durante más de diez años, de raza col/fe, cuyo nombre podría ser la mejor descripción de cómo era en realidad: Linda. Cuando murió, de improviso le dieron convulsiones, estábamos presentes, aparte de mi persona, mi mamá y mi hermana Elba, las mismas que lloraban, se desesperaban y se abrazaban ante lo que se presentaba tan inexorable. Por mi parte me sentía relativamente ajeno a dicha escena, sin poder comprender a cabalidad tales reacciones, ¡llorar por un animal!

¿Es que carecía yo de sentimientos? ¿Es que mi corazón tal vez era de piedra?

Actualmente soy un hombre entrado en años, tengo mi propia familia y en casa hay una perrita que, para variar, tampoco es de mi propiedad, es más bien la mascota de mi hijo Emanuel, quien es ya mayor de edad. Se llama Paris, por lo bonita y guerrera, es una Jack Russell y tanto ésta como aquél han coadyuvado -aunque lo que narro sea mayormente ficción, ambos han sido una importante inspiración- para que pueda escribir este cuento largo, que para otros será quizá una novela corta; dando pie a la presente publicación, dirigida a la familia en pleno y que aparece luego de cuatro años de ausencia mía en cuanto a novedades literarias. Es que la mina había resultado bastante profunda. La Paris ya tiene más de tres años con nosotros y no quiero ni pensarlo, pero estoy seguro que, cuando ella se vaya, voy a llorar.

 En varias ocasiones he dicho que las Palabras del Autor son un buen lugar desde donde se puede dar las gracias y yo quiero darlas en primer lugar a quien dedico el presente trabajo, mi familia más cercana: a Amparo, por su cariño y por ser un apoyo permanente; a Emanuel, por su presencia y porque en los últimos tramos de la escritura me dio una mano muy importante para que pueda yo arribar felizmente a ese hermoso puerto que es el punto final; e igualmente a la Paris que también, por qué no, forma parte y siempre nos recibe contentísima moviendo a todo dar la colita o corre alocadamente tras la pelota de jebe que se le lanza para luego retornarla.

Agradecerle a mi amigo Pepe Álvarer, el cual en varias ocasiones como la presente ha prestado su arte, su gran creatividad y buena voluntad para hacer que mis hijos de papel aparezcan enfundados en un bello, luminoso y atrayente traje, y ello sin mediar interés económico alguno. Lo mismo a Salvador Lozano, querido sobrino que estudió Artes Visuales y que ahora despliega su talento y profesionalismo entre otras cosas en la fotografía, tal que puede apreciarse en la contratapa del presente libro.

Por último, muchas gracias a todos mis lectores y amigos de todas las edades, en especial a los jóvenes muy jóvenes, quienes, sin saber de mi naturaleza de escritor-minero, estuvieron desde hace un buen tiempo atrás pidiéndome una obra nueva.

Ahí les va, pues, por fin !Directo desde el socavón¡

Miguel Ángel

MIGUEL ÁNGEL DELGADO LUJÁN, aunque nació en un puerto norteño (Chimbote 1956 - Arequipa 2015), bien puede ser considerado nacionalizado arequipeño, ya que poco antes de cumplir el primer año fue traído por sus padres a radicar en la Ciudad Blanca.

Es pues, en ésta y sintiendo los efluvio s del volcán Misti en el corazón y las venas, que ha desenvuelto su vivir; el cual estuvo marcado por una enfermedad neurológica que le atacó cuando era un adolescente de quince y que le dejó, de secuela, serias limitaciones físicas en cuanto al aparato sicomotor y del habla.