5. ESTRUCTURA Y PROCESO DEL CONOCIMIENTO

 


Concluido el análisis y estudio de la unidad, se podrá:

    • Revisar, reconstruir y diseñar las peculiaridades anotadas por Kant y por Tomás de Aquino sobre el acto de conocer.
    • Construir, delimitar y delinear la noción de método y concepto.
    • Compilar, discriminar y diseñar las nociones de ley y teoría anotando sus peculiaridades y funciones
    • Caracterizar, elaborar y localizar los alcances del razonamiento deductivo e inductivo

La distinción entre sensibilidad y espíritu puede realizarse exclusivamente en el plano de la trascendentalidad, el cual es inaccesible a la teoría empírica; por lo que ahí fácilmente pueden darse ahí algunos malentendidos peligrosos, por ejemplo: cuando se habla de la inteligencia de ratas, perros, delfines y de la inteligencia del hombre poniendo en el mismo saco; o cuando se pretende establecer que la inteligencia, el aprender y el rememorar no se distingue por principio en el hombre, sino sólo gradualmente en las facultades "correspondientes" a los animales; o cuando la diferencia entre sensibilidad y espíritu (en el animal y el hombre) se difumina en matices accesorios.

Por tanto, para evitar malentendidos es necesario observar que:

    • La diferencia entre sensibilidad y espíritu no es un problema empírico sino trascendental.
    • La sensibilidad externa e interna es común a hombres y animales, y es un fundamento filosófico de la igualdad de muchos fenómenos que podemos observar en el hombre y en el animal. Pero la sensibilidad no es espíritu.
    • En el enjuiciamiento de las teorías empíricas debe considerarse atender siempre el grado de reducción temática y de abstracción metodológica en que se realizan; pues debe conocerse los "hilos" con que trabajan.

En este contexto abordamos las reflexiones referidas al conocimiento sensible y espiritual, aunque es un capítulo bastante más difícil y complicado. Por ello, presentamos las dos orientaciones más importantes sobre el conocimiento en la tradición filosófica sobre el conocimiento: la de Kant y la de Tomás de Aquino que también fue desarrollada por Aristóteles y la de Kant.

5.1. CÓMO EXPLICA KANT EL CONOCIMIENTO

Sólo expondremos algunos rasgos fundamentales de la estructura de la "Crítica de la Razón Pura", considerando la estética trascendental y la lógica trascendental.

1) La estética trascendental.- El vocablo estética fue introducido por Alexander Baumgarten (1714-1762), y conceptuado como ciencia filosófica del arte y de lo bello. Él sostenía que el objeto del arte son las representaciones confusas, pero claras, o sea sensibles, "perfectas", en tanto que el objeto del conocimiento racional son las representaciones distintas (conceptos).

Según Kant, lLa reflexión trascendental nos muestra "lo que aporta nuestra propia capacidad cognoscitiva... por sí misma, es decir, lo que no procede de la experiencia, sino que está en el sujeto como condición de la experiencia". El primer grado de la reflexión trascendental señala el hecho de que la sensibilidad ya contiene ya algo trascendental como condición de lo empírico. "Estética" significa aquí sensibilidad.

Kant demuestra que la visión sólo es posible porque existen unas formas de visión apriorísticas (es decir, no empíricas) y trascendentales. Gracias a ellas resulta claro el múltiple material perceptivo. Manifiesta que la sensibilidad posee Y distingue dos de tales formas puras de visión:

    • El espacio, como forma visual del sentido externo, y por la que se pueden determinar "forma, magnitud y relación recíproca" de los objetos; y
    • El tiempo, como forma visual del sentido interno, con el que cabe determinar la "coexistencia o sucesión" de los objetos.

Así se establece una conexión con el espacio y con el tiempo. La reflexión trascendental y la reflexión ontológica están en una mutua relación de complementaridad. Ambas reflexiones, al derivar del triángulo platónico, constituyen dos aspectos complementarios de la misma y única filosofía.

2) La lógica trascendental.- El conocimiento humano no es sólo visión de los objetos, sino, a la vez, pensamiento de lo contemplado. De donde surge la cuestión básica de la lógica trascendental: ¿Qué son los conceptos trascendentales y apriorísticos, los principios básicos que constituyen la condición para que se pueda pensar lo visto? Qué formas mentales apriorísticas son necesarias para que de lo visto surja un mundo experimental?

La lógica trascendental se divide en analítica y dialéctica trascendentales. La analítica trata de los conceptos y principios básicos de la inteligencia; la dialéctica aborda las ideas de la razón.
 

    • La analítica: muestra cómo lo múltiple y visible se transforma y coordina en una síntesis de experiencia gracias a las actuaciones sintéticas de la inteligencia (conceptos, principios fundamentales). La inteligencia es la facultad de los conceptos y de los principios básicos. Produce por sí aquellas formas apriorísticas por las que se piensa lo visible. Esas formas apriorísticas están siempre y necesariamente referidas a la visión. Sin la visión están vacías, como las visiones sin tales formas son ciegas. La analítica trascendental consta de dos partes:

1) La analítica de los conceptos. La inteligencia produce por sí misma, o de manera espontánea, unas formas conceptuales y apriorísticas, con las cuales transforma lo material y visible en objetos conceptuales y pensables. Esos conceptos apriorísticos de la inteligencia son las categorías. Así pues, consideradas en su aspecto trascendental, las categorías son las formas conceptuales vacías de una experiencia posible.

Las categorías son acciones sintéticas de la intelecto inteligencia, es decir, abrazan lo múltiple (visible) en un conocimiento. El intelecto posee doce formas de cognición que son Con las categorías con las que se piensa y entiende lo visible como unidad; ellas son. Las categorías kantianas son: en la cantidad: unidad, pluralidad, totalidad; en la cualidad: realidad, negación, limitación; en la relación: inherencia-subsistencia, causalidad-dependencia, reciprocidad; y, en la modalidad: posibilidad, existencia, necesidad.

2) Analítica de los principios básicos: Siguiendo a Aristóteles, Kant distingue dos tipos de principios:
 

      • Principios Analíticos:, son aquellos en los que el predicado está contenido en el sujeto; se llega al predicado mediante el simple análisis del sujeto; estos no ensanchan ni amplían nuestro conocimiento, sino que lo explican, ejemplo: los cuerpos son extensos.
      • Principios Sintéticos: son, aquellos en que el predicado no está contenido en el sujeto; el predicado afirma del sujeto algo nuevo, algo que amplía nuestro conocimiento, ejemplo: los saurios han desaparecido.

 

    • La dialéctica trascendental: muestra que la experiencia sólo es posible cuando esas síntesis experimentales de la inteligencia se llevan a cabo bajo las ideas de la razón. Sólo entonces se explica la unidad perfecta del mundo experimental.

Para Kant, lLa razón es la instancia trascendental que realiza la síntesis de las actuaciones sintéticas de la inteligencia. Así como la inteligencia se refiere a unas visiones (sensibilidad) constituyendo así los objetos y los campos objetivos (síntesis experimentables), así también la razón se refiere a esas síntesis experimentales de la inteligencia y las ordena a la totalidad de la experiencia, y por tanto, al mundo de la experiencia en general. Eso ocurre mediante las formas apriorísticas de cognición que realiza la razón, cuyas ideas durante las ideas apriorísticas sonde la razón:

    • mundo: idea de la totalidad de la experiencia externa, que se da en la cosmología;
    • alma: idea de un punto de referencia de la totalidad de una experiencia interna, que se muestra en la sicología;
    • Dios: idea de un punto de referencia de la totalidad en general, que se manifiesta en la teología.

Por consiguiente, las formas visuales de la sensibilidad, los conceptos y principios básicos de la inteligencia, así como las ideas de la razón, posibilitan la general unidad y totalidad de la experiencia como meta del conocimiento teórico. A la última condición transcendental de la unidad y totalidad Kant la llama síntesis originaria de la percepción transcendental, o con otras palabras, la conciencia originaria e inmutable de sí mismo, el sujeto trascendental (yo), y afirma: "llamo trascendental todo conocimiento que se ocupa, en general, no tanto de objetos como de nuestro modo de conocerlos, en cuanto éste debe ser posible a priori".

Tal es la condición absoluta de toda experiencia, la síntesis originaria de las funciones trascendentales de la sensibilidad, de la inteligencia y de la razón.

 
No podemos pasar por alto una cita de Kant en su Antropología que dice mucho: "En lo que concierne al estado de las representaciones, mi espíritu es activo y entonces demuestra un poder (facultas), o bien es pasivo y entonces posee una sensibilidad (receptivitas). Uno conocimiento recoge en sí ambas cosas, y la posibilidad de tenerlo lleva el nombre de poder cognoscitivo de la parte más excelente, o sea de la actividad del espíritu en ligar las representaciones o en separarlas unas con otras".

5.2. CÓMO EXPLICA TOMAS DE AQUINO EL CONOCIMIENTO

Tomas de Aquino, analizando y siguiendo el pensamiento aristotélico, Tomas de Aquino aplica la doctrina de acto-potencia para explicar el problema del conocimiento.

La distinción entre acto y potencia es capital para la ontología de Aristóteles. Con todo, es conveniente señalar cómo se llegó a dicha distinción.

Entre los presocráticos sobresale:

- Heráclito, para quien toda unidad se reduce a diferencia; y.

- Parménides (igual Zenón) entiende que toda diferencia se reduce a la unidad.

Se discutía sobre la oposición se a propósito de esta pregunta: ¿Qué es el movimiento? Nosotros experimentamos continuamente movimientos y cambios; pero ¿qué es todo ello?

Para Parménides y Zenón el movimiento es simple apariencia. Para Heráclito, el movimiento es impensable, porque todo movimiento supone siempre algo relativamente inmóvil, que permanece igual a sí mismo; pero ese igual a sí mismo desaparece en la guerra de los contrarios.

Según Platón, el movimiento se ordena a la apariencia empírica (d o x a ), mientras que el ser auténtico y propiamente dicho de las ideas es "ajeno" a todo movimiento y cambio por ser inmutable. Según Aristóteles, el movimiento existe y tiene una significación ontológica, pues todo lo real consta de dos elementos:

- El elemento del ser actual (del griego energeia ), en virtud del cual lo real es lo que existe actualmente. Es el elemento que llamamos acto (del latín actus).

- El elemento del ser posible (del griego dunami s), en virtud del cual lo real tiene la posibilidad de llegar a ser algo distinto de lo que es. A ese elemento lo llamamos potencia (del latín potentia: capacidad, posibilidad).

Tomás formula dos grandes distinciones:

Primera distinción: Aquí se trata de la diferencia entre la conexión efectiva físico-empírica y el conocimiento sensible. Es verdad que el conocimiento sensible es efectivo de una acción físico-empírica; pero es un efecto sobre un plano de sentido en principio de distinta índole. "La sensibilidad es una potencia pasiva, que está expuesta a ser cambiada por una cosa externa y sensible. El cambiante externo como tal es percibido por la sensibilidad y diferenciado sobre la base de la diversidad de la potencia sensible" (S.T. 1, q. 78 a. 3).

Una potencia pasiva es la que recibe el acto de otro. La sensibilidad es una potencia pasiva, pues su acto surge por una causa externa. Recibe el efecto a su modo, de acuerdo con la índole de los sentidos externos e internos.

Tomás distingue el cambio sensible de la mutación material o natural; es decir, la afección empírica de la conexión físico-empírica. Existe una doble mutación: una natural y la otra sensible. La natural consiste en que la forma es asumida en el cambiado de conformidad con su ser natural, por ejemplo, el calor en lo caliente. La sensible consiste en que la forma del cambiante es asumida en el cambiado según su ser sensible, por ejemplo, la forma del color en la pupila, que no por ello se colora (S.T. 1 q. 78 a. 3).

El ser sensible recibe el efecto externo y cambiante de tal modo que también forman parte de esa recepción también una serie de conexiones efectivas físico-empíricas forman parte de esa recepción. Pero el contenido de tales conexiones operativas no es al acto de la percepción sensible, sino simplemente aquello que es necesario "para la adecuada disposición del órgano"; es decir, la condición material, sin la cual no existiría desde luego ninguna percepción sensible, aunque no es la percepción sensible misma sino sólo su materia.

¿Qué ocurre en la mutación sensible? Tomás responde que mediante la mutación sensible las cosas estarían en el alma sin su propia materia, aunque se conforme a su singularidad y a sus condiciones individuales, que siguen a la materia. La sensibilidad acoge las manifestaciones individuales sin materia, aunque sí en el órgano corporal. Tales formulaciones muestran una última indefinibilidad e irreductibilidad de lo sensible.

Segunda distinción: aquí se trata de la diferencia entre el conocimiento sensible y espiritual (intelectivo). Tomás afirma: "Hay una actividad del alma, que hasta tal punto supera la naturaleza corpórea, que no se realiza a través de ningún órgano corporal; ésa es la actividad del alma racional" (S.T. q. 78 a. 1). Ello exige precisar que:

- Si la sensibilidad pertenece a la materialidad, y el intelecto (espiritual) es inmaterial, se sigue que la sensibilidad como tal no puede determinar al intelecto para el conocimiento. Sólo el intelecto puede determinarse a sí mismo para el conocimiento intelectual (espiritual).

- El intelecto supone la sensibilidad, que a su vez se realiza "en el órgano corporal". En su realización, sin embargo, actúa de un modo estrictamente inmaterial.

- Pero el intelecto no posee por sí mismo ningún conocimiento. Es como una tabla rasa. En principio, es una potencia pasiva, es decir, una facultad para recibir una determinación. Es el intelecto en estado de posibilidad (intellectus possibilis). Con lo cual se plantea el siguiente problema: el intelecto sólo puede determinarse para un conocimiento intelectivo sobre la base de la diferencia segunda. Pero el intelecto no tiene nada por lo que pueda determinarse de por sí, sino que necesita de la sensibilidad. Sin embargo, ésta no puede determinar al intelecto, justamente sobre la base de tal diferencia.

- Pero si el intelecto no puede determinarse a sí para el conocimiento, debe darse en él una diferencia de dos elementos: el intelecto potencial (intellectus possibilis) se le contrapone un intelecto determinante, el intelecto activo (intelectus agens), comportándose mutuamente como potencia y acto.

Y se pregunta: ¿cómo ese intelecto agente puede obtener un contenido epistemológico para determinar así la "tabla rasa" y vacía del intelecto potencial? Y ésta es la respuesta: porque el intelecto se comporta frente a la sensibilidad como el acto respecto de la potencia. En principio, intelecto y sensibilidad se diferencian en principio, en la medida que acto y potencia están mutuamente subordinados. Lo sensible, como percepción actual, es a la vez inteligiblemente potencial. El acto del intelecto agente penetra, "ilumina" y actualiza lo sensible potencialmente inteligible, le presta su propia forma conceptual, adquiriendo así sentido, contenido y significado; separa el contenido inteligible de las determinaciones sensible-materiales (¡abstracción!) con lo que se convierte en un acto epistemológico actual. Como tal puede determinar al intelecto potencial para saber (S.T. 1 q. 85 a 1-4).

Así, la simple realización experimental se monta dialécticamente como una delimitación de las dos relaciones acto-potencia:

- Desde la relación acto-potencia de intelecto agente y potencial;
- Desde la relación acto-potencia de intelecto agente y sensibilidad.

Cuando el intelecto agente reflexiona sobre su simple realización experimental, surgen los otros logros fundamentales del intelecto. Uno es el de la composición y separación en el juicio; el otro es el del paso de lo conocido a lo desconocido en la conclusión.

Sólo porque existe una trascendentalidad y porque como hombres nos encontramos en esa relación trascendental, podemos hablar de dignidad de la persona humana. La trascendentalidad no sería real en nosotros, si nos absorbiéramos por completo en lo empírico; ni siquiera lo sabríamos. No habría nada en nosotros que tuviera dignidad. Pues en la animalidad se configuran las disposiciones del cuerpo y del ser vivo mediante la extensión, el movimiento, la actividad, el metabolismo, el crecimiento y la procreación.

Para concluir este ítem, conviene recordar la opinión de Henri Bergson (1859-1941) cuando afirma que Leibniz es el último filósofo que produjo Alemania, por paradójico que parezca a primera vista; pues sus sucesores fueron lógicos o poetas. Y Jacques Chevalier añade: que no es que desconozcamos el genio filosófico de Kant y de sus grandes discípulos y continuadores, de Fichte, Schelling y Hegel a Husserl y Heidegger. No es que desconozcamos la influencia poderosa que ejercieron en el desenvolvimiento del pensamiento humano. Esto sería ir contra la evidencia de una y otro. Pero, en último término, nos creemos con derecho a preguntarnos , en último término, si han puesto sus dones al servicio de lo único que importa, es decir, de un conocimiento cada la vez más exacto y más preciso de lo real y del hombre mismo, acompañado de una soberanía creciente de la naturaleza, material y espiritual; podemos preguntarnos incluso si contribuyeron de manera verdaderamente eficaz al perfeccionamiento de nuestra facultad de conocer, que, después de todo, no es, después de todo, más que un instrumento cuyo poder y límites se encuentran definidos por el uso que debemos hacer de ella, y de la que la experiencia, los hechos, no los fenómenos, sino los hechos, son la piedra de toque.

5.3. EL PROCESO DEL CONOCIMIENTO

En cuanto acto vital, el conocimiento es una perfección ontológica inmanente en el sujeto, y, sin embargo, en cuanto darse cuenta de un "otro", lleva hacia objetos, por encima de los límites del sujeto; pues denota un devenir uno (llamado intencional, en oposición al real ser uno) con el objeto.

Hemos dicho que en la producción del conocimiento humano actúan las leyes de potencia y acto, de manera que objeto y sujeto deben colaborar para llevarlo a cabo. La facultad cognoscitiva del sujeto, de sí indeterminada, necesita una asimilación al objeto. Esta se verifica mediante una determinación (species impressa, determinante cognicional) condicionada por el objeto y recibida vitalmente en la facultad cognoscitiva.

Sólo en unión con el determinante cognicional la facultad cognoscitiva constituye el principio suficientemente determinado capaz de originar el acto de conocer. El acto cognoscitivo propiamente tal (previamente determinada por el objeto) y producido por la facultad es inmanente a ésta, engendrado por su propia fuerza y conferido a la misma perfección ontológica e intencional.

En dicho acto, el sujeto engendra en sí una semejanza del objeto, la llamada imagen cognoscitiva (species expressa; en el entendimiento: verbum mentis ([teoría de la imagen]), que, por supuesto, no debe confundirse con una rígida imagencilla. Descansando en esta imagen y abrazándola mediante el acto cognoscitivo, el sujeto conoce el objeto en la medida y modo que éste brilla en ella.

En esta concepción del conocer, que establece un medio, de ninguna manera se da el peligro de un subjetivismo gnoseológico. El todo del conocimiento específicamente humano es un todo configurado que se desdobla en varias funciones parciales esencialmente distintas.

5.3.1. EL MÉTODO Y EL CONCEPTO

A. MÉTODO

De conformidad con el sentido etimológico de la palabra (griega µe J o d o s = atajo, vocablo compuesto de µe t a = junto a, al lado de, en pos de y o d o s = camino), el término método significa el camino seguido para construir y alcanzar dicho conjunto.

La noción de método presenta una ambigüedad, a menudo denunciada. En el sentido elevado del término, Jean Piaget (1896-1980) observa que el método no es una rama independiente, ya que los problemas de la epistemología y de la lógica constantemente suscitan problemas de método.

En general, nos ocupamos metódicamente de una esfera del saber cuando:

    •  la investigamos con arreglo a un plan,
    • destacamos sus especiales articulaciones, ordenando los conocimientos parciales de acuerdo con la realidad,
    • los enlazamos con rigor lógico y
    • los hacemos inteligibles (dado el caso, mediante demostración); al terminar hemos de saber de todas y cada una de las cosas no sólo "que" son así, sino también "por qué" son así, o sea, no sólo de hecho, sino también la razón del mismo.

El método general para "toda" ciencia, adquiere (al realizarse conforme a la peculiaridad de las diversas esferas) un cuño particular propio y adecuado al campo respectivo. Cada uno de los sectores de lo real dicta el método con que debe reconocerse. Para tal efecto, son decisivos, por una parte, el modo como el sector respectivo se hace accesible al hombre, por ejemplo, ya mediante la observación sensorial, ya sólo mediante un raciocinio que rebasa todo lo sensible, y, por otra, las leyes, o sea la vía interna por la cual despliega sus momentos y a la que el método científico, como "camino", debe asimilarse lo más posible.

Se tiene un método cuando se sigue un cierto camino, para alcanzar un determinado fin, propuesto de antemano como tal. Este fin puede ser el conocimiento o puede ser también un fin humano o vital; por ejemplo, la felicidad. El método se contrapone a la suerte y al azar, pues el método es ante todo un orden manifiesto en un conjunto de reglas.

El trasladar el método propio de una ciencia a otra distinta puede falsearlo y aún destruirlo todo; así acontece cuando quiere elaborarse la metafísica solamente con el método de la ciencia empírica.

Tomás de Aquino prepara ya la nítida separación de los métodos con la distinción entre los tres grados de abstracción, distinción que desarrolla siguiendo a Aristóteles. Sobre la abstracción física (científico-natural) y la matemática, se eleva la abstracción metafísica que considera el ente en cuanto tal.

En lo concerniente a las divisiones del método, llamamos la atención sobre la diferencia entre método analítico (que descompone) y sintético (constructivo), distinción importante para la filosofía. El primero va desde el ente concreto a sus partes componentes internas (principios del ser, grados metafísicos) y sus causas extrínsecas. Inversamente, el segundo construye el ente partiendo de esos elementos.

La diferencia no coincide, pues, con la existente entre juicios analíticos y sintéticos. El juicio: "lo finito está compuesto de esencia y existencia" contiene un análisis, pero no es un juicio esencial analítico, sino sintético. Aquí ya se ve que el análisis metafísico, si bien asciende de las cosas a sus orígenes y, por lo tanto, de lo posterior a lo anterior (a posteriori ad prius), no es una inducción. La filosofía necesita en primer lugar del análisis, preparando así el terreno para la síntesis.

En todo método hay algo común: la posibilidad de que sea usado y aplicado por cualquiera. Esta condición fue establecida con toda claridad por Descartes, cuando en su Discurso del Método indicó que las reglas metódicas propuestas eran reglas de invención o de descubrimiento que no dependían de la particular caducidad intelectual del que las usara.

Puede hablarse de métodos más generales y métodos más especiales. Los más generales y el descubrimiento de la verdad,. se sirven de la inducción, la deducción, el análisis y la síntesis. Los más especiales son los métodos determinados por el tipo de objeto a investigar o la clase de proposiciones que se propone descubrir.

Los métodos suelen clasificarse en lógicos, sicológicos y didácticos.

Son lógicos los que utilizan la filosofía y las ciencias, para la investigación y el descubrimiento de la verdad; se sirven de la inducción, la deducción, el análisis y la síntesis. Los sicológicos son los que llevan una investigación, del plano del objeto (verdad), al plano del sujeto (aprendiz), teniendo en cuenta su edad, mentalidad, sexo, diferencias individuales, medio, etc. Los didácticos son los que tienen en consideran, tanto la lógica de los conocimientos, como la actitud de los educandos; son una mezcla de los dos anteriores.

La filosofía no sólo se ocupa de cuestiones relativas a la naturaleza del método, sino que también se pregunta si hay o no algún método más adecuado que otros para el propio filosofar.

Los variados intentos para clasificar los diversos métodos utilizados en la filosofía dan como resultado: tres fundamentales métodos filosóficos, cada uno de los cuales da origen a un tipo peculiar de filosofía:

1) Método dialéctico (Platón, Hegel, etc.), consistente en suprimir las contradicciones en el proceso de la Naturaleza o de la historia, en los argumentos lógicos, etc., y en suministrarlos en totalidades. Con ello se niega la posibilidad de sustancias o de principios independientes entre sí.

2) Método logístico (Demócrito, Descartes, Leibniz, Locke) consistente en afirmar la existencia de principios (cosas, leyes, signos, etc.) y en deducir a partir de ellos el resto. Aquí se presta gran importancia a la definición y unívoco carácter de la naturaleza simple o de los términos básicos empleados.

3) Método de indagación (Aristóteles, Francis Bacon, etc.), consistente en usar una pluralidad de métodos, cada uno de ellos adecuado a su objeto, área o ciencia, con atención principal a los resultados obtenidos y al progreso del conocimiento.

Además, existen diversas concepciones. Kaplan considera que "la característica distintiva del método es la de ayudar a comprender en el más amplio sentido, no los resultados de la investigación científica, sino el propio proceso de investigación".

Filosóficamente, en el sentido más elevado y más general del término (en singular), el método está constituido por el conjunto de operaciones intelectuales por las que una disciplina trata de alcanzar las verdades que persigue, las demuestra y las verifica. Esta concepción del método en el sentido general del procedimiento lógico, inherente a todo sistema científico, permite considerarlo como un conjunto de reglas independientes de toda investigación y contenido particular, que aspiran sobre todo a procesos y formas de razonamiento y de percepción, que hacen accesible la realidad que debe captarse. Se trata de puntos de vista filosóficos que definen la posición de la mente ante el objeto: por ejemplo, el método materialista.

En el método (como actitud concreta en relación con el objeto) la posición filosófica se da más o menos por supuesta. En este caso, el método dicta especialmente formas concretas de enfocar u organizar la investigación, pero de forma más o menos imperativa, más o menos precisa, completa y sistematizada. No todos los métodos influyen de igual modo en las mismas etapas de la investigación. El método experimental, por ejemplo, supone la creencia en el empirismo y dicta sus imperativos en la fase de observación, lo mismo que en la de tratamiento de los datos. Por el contrario, el método clínico, en su calidad de terapéutico, se interesa por los resultados, pero corresponde principalmente a una actitud mental. No dicta por sí mismo ninguna manipulación particular.

El método ligado a una tentativa de explicación, se vincula más o menos a una posición filosófica y puede influir en tal o cuál etapa de la investigación: el método dialéctico es empírico y supone observaciones concretas.

Estos métodos persiguen un esquema explicativo, que puede ser más o menos amplio y situarse a un nivel de profundidad diferente. El método relacionado con un domino particular está justificado cuando se aplica a una esfera específica y supone una forma de proceder que le es propia: el método histórico, el método psicoanalítico.

Si nos referimos al método deductivo, nos vemos persuadidos a tratar de la lógica y de la epistemología matemática. Por lo que respecta al método experimental - en física o en psicología -, su concepción, aplicación o inadecuación están subordinadas a la epistemología y, a la lógica aplicada. Por eso no se puede tratar del método aisladamente.

La investigación científica del método recibe el nombre de metodología. Mucho favorece el despliegue metódico del saber científico a una precisa terminología (del latín "terminus" = límite y, más tarde, expresión que circunscribe un pensamiento) o lenguaje técnico, que no debe ser vago, pero tampoco anquilosado; por lo que debemos retomar aquí cuanto señalamos en los ítems 3.2.1. y 3.2.2. 2.2.2.1. y 2.2.2.2. entorno a la definición y la división.

B. CONCEPTO

La oposición existente entre racionalistas y empiristas en la esfera del razonamiento (deducción, inducción ‘?’) se mantiene en lo referente al valor de los conceptos.

¿Qué es un concepto? No es el fenómeno en sí; es una abstracción, un pensamiento. El concepto es la forma más sencilla del pensar, en oposición al juicio y al raciocinio, que son productos del pensamiento compuestos por conceptos. Por ello debemos distinguir el concepto, la palabra y el objeto. 1) El concepto: contenido significativo de determinadas palabras, entendido como: a) acto del pensamiento, b) contenido del pensamiento c) objeto del concepto. 2) La palabra: es únicamente signo, símbolo de las significaciones. 3) El objeto: es un correlato intencional del concepto, por lo que debe distinguirse entre el objeto como es en sí y el objeto como es determinado por el concepto; el primero es el objeto material, el segundo el objeto formal.

Como dijimos en el ítem 2.4.2., el concepto obedece a un doble movimiento: por una parte, representa una actividad práctica, sensible, el contacto con el mundo en forma de seres singulares - tal objeto, tal animal -, y, por la abstracción universal, poco a poco se eleva (apartando los aspectos singulares y contingentes de este contenido) para llegar al concepto de hombre, de animal, por la abstracción universal, al concepto de hombre, de animal. La formación de un concepto, apunta Henri Lefebvre (1901- ), significa que se ha penetrado, (hasta más allá de lo inmediato sensible, de la experiencia, del fenómeno), en un grado superior de objetividad. La lógica del concepto es una lógica de la esencia, de la cualidad esencial.

En cuanto a la extensión y comprensión, el concepto es más o menos extenso, más o menos comprensivo. El concepto de "perro" incluye un cierto número de animales: perdiguero, caniche, pequinés, según sus características comunes: vertebrado, mamífero, etc., sin preocuparse de sus cualidades particulares: pelo corto, pelo largo, etc.

Según la lógica formal, comprensión y extensión varían en razón inversa. El grado superior de la abstracción - en el animal - tiene una gran extensión (abarca a todos los animales), pero poca comprensión (no cubre las particularidades del perdiguero). Aumentando el número de objetos, se ciñe a lo esencial, a lo que les une.

La distinción entre extensión cuantitativa y comprensión cualitativa contrapone sobre todos los conceptos estables, ya constituidos en orden jerárquico (el individuo, el género, la especie). En la realidad, los conceptos se crean, se enriquecen y desaparecen sin que sus perfiles obedezcan a una clasificación tan rigurosa. Se reconoce al concepto un valor de generalidad. ¿Cuál es el origen de este valor?

Empiristas y racionalistas disienten en cuanto a la constitución de los conceptos y su modo de elaboración. Tomemos, por ejemplo, el concepto de frustración. Para los empiristas, la generalidad del concepto proviene de la suma de experiencias, de circunstancias de frustración no observadas, de las que se han abstraído ciertas propiedades que les eran comunes. Por el contrario, para los racionalistas la generalidad del concepto resulta de su propia definición, es decir, de la existencia de una propiedad esencial, abstracta y común a todas las situaciones que derivan del concepto.

Ello plantea dos cuestiones: la relación entre concepto y juicio y el nexo entre concepto y definición y la relación entre concepto y juicio.

1) Concepto y definición: Para comprender lo que es una definición, ante todo debemos definirla (ítem 3.2.1.).. Para Aristóteles es una frase que significa la esencia de una cosa. R. Robinson en su obra "Definition" (1950) distingue dieciocho tipos de definiciones. En la práctica, es con frecuente contentarnos con definir mediante símbolos e incluso por a través ejemplos, pero la verdadera definición recurre a las propiedades del concepto.

La definición es ontológica. Ahora bien, como hemos visto, el concepto es una representación racional, que abarca los atributos esenciales de una clase de fenómenos o de objetos. Se observa, pues, que definición y concepto son, si no sinónimos, al menos vocablos relacionados. Por esta razón ambos sufrirán las consecuencias de los diversos puntos de vista relativos a lo que se define, es decir, dependerá de la noción de realidad.

Como dijimos en el ítem 3.2.1., la definición nominal utiliza una palabra o una frase (definiens) como substitutiva de otra (definiendum); y la. En este caso el concepto tiene el significado que se le ha prestado arbitrariamente. No aspira a otra verdad que la conformidad con su propia definición. No añade nada a nuestros conocimientos, pero puede contribuir a acrecentarlos en el plano metodológico. Es el caso de los símbolos algebraicos. El inconveniente de las definiciones nominales es que corre el riesgo de ser consideradas reales, después de cierto tiempo, por aquellos que las emplean.

La definición real designa el objeto por sus características esenciales y en consecuencia, supone una verdad. Aunque establece una equivalencia entre lo definido y la definición, supera el plano del lenguaje para alcanzar el del conocimiento. Esta distinción entre los dos tipos de definiciones es importante, pues toda ciencia se apoya en teorías, y éstas en conceptos. Mientras que las teorías se refieren a conceptos, a definiciones nominales, ofrecen un interés metodológico. Si, por el contrario, recurren a las definiciones reales, adquieren relevancia por su contribución a la ciencia. Se juzgan las definiciones nominales por su utilidad, y las reales por su verdad.

2) El concepto y el juicio: El concepto, al encerrar una cualidad esencial, persigue un juicio. Lógicos y sicólogos se han preguntado si el juicio precede o no al concepto. Aristóteles afirmó que la percepción se orienta hacia lo general. Percibimos al hombre en general antes de percibir las cualidades. Para Kant, en cambio, el acto elemental de la inteligencia es el juicio, el concepto supone solamente una virtualidad indefinida de juicios; distingue entre juicios analíticos - rigurosos formalmente, pero estériles - y juicios sintéticos, en los que el pensamiento avanza, pero lo hace mediante la constatación de un hecho contingente, intentando unir rigor y fecundidad.

Según Henri Lefebvre (1901- ), el problema puede resolverse considerando que las dos tesis expresan dos momentos del pensamiento. La tesis aristotélica concierne al concepto ya formado: veo un perro y lo capto inmediatamente en este aspecto. La tesis kantiana expresaría más bien la formación del concepto: hay que observar un cierto número de casos para juzgar sus cualidades y, sin tropiezo, captar luego, sin tropiezo, lo general.

2) Concepto y definición: Para comprender lo que es una definición, deberíamos ante todo definirla. R. Robinson en su obra Definition (1950) distingue dieciocho tipos de definiciones. Para Aristóteles es una frase que significa la esencia de una cosa. En la práctica, con frecuencia nos contentamos con definir mediante símbolos e incluso por ejemplos, pero la verdadera definición recurre a las propiedades del concepto.

La definición es ontológica. Ahora bien, como hemos visto, el concepto es una representación racional, que abarca los atributos esenciales de una clase de fenómenos o de objetos. Se observa, pues, que definición y concepto son, si no sinónimos, al menos vocablos relacionados. Por esta razón ambos sufrirán las consecuencias de los diversos puntos de vista relativos a lo que se define, es decir, dependerá de la noción de realidad.

La definición nominal utiliza una palabra o una frase (definiens) como substitutiva de otra (definiendum). En este caso el concepto tiene el significado que se le ha prestado arbitrariamente. No aspira a otra verdad que la conformidad con su propia definición. No añade nada a nuestros conocimientos, pero puede contribuir a acrecentarlos en el plano metodológico. Es el caso de los símbolos algebraicos. El inconveniente de las definiciones nominales es que corre el riesgo de ser consideradas reales, después de cierto tiempo, por aquellos que las emplean.

La definición real designa el objeto por sus características esenciales y supone, en consecuencia, una verdad. Aunque establece una equivalencia entre lo definido y la definición, supera el plano del lenguaje para alcanzar el del conocimiento. Esta distinción entre los dos tipos de definiciones es importante, pues toda ciencia se apoya en teorías, y éstas en conceptos. Mientras que las teorías se refieren a conceptos, a definiciones nominales, ofrecen un interés metodológico. Si, por el contrario, recurren a las definiciones reales, adquieren relevancia por su contribución a la ciencia. Se juzgan las definiciones nominales por su utilidad, y las reales por su verdad.

5.3.2. INSTRUMENTOS CIENTÍFICOS

5.3.2.1. LEY

En acepción propia, la ley es la regla dada a una comunidad con carácter obligatorio, es decir, imponiendo un deber moral a para los miembros de la misma, es decir, imponiéndoles un deber moral. Pero al referirnos a leyes, en sentido amplio, significamos las observaciones que se deben tener en cuenta para alcanzar determinados fines particulares; así:
 

    • las que denotan un deber no moral: las leyes lógicas, gramaticales, las de las obras artísticas, que denotan un deber no moral;
    • la ley en sentido figurado: la ley designa el deber (naturalmente necesario) regulador del obrar que se sustrae a la libertad: leyes naturales, leyes sicológicas.

Galileo Galilei (1564-1642) afirma que Dios nos ha dado sentidos, razonamiento e intelecto: por medio de ellos podemos llegar a "conclusiones naturales", obtenibles "a través de las sensatas experiencias o de las demostraciones necesarias".

Carlos de Secondat barón de Montesquieu (1689-1755) dio una idea exacta del término "ley" al establecer que las leyes son "las relaciones necesarias que nacen de la naturaleza de las cosas" (Espíritu de la Leyes). Emmanuel Kant (1727-1804) manifiesta que lo peculiar de toda ley es la universalidad de su forma. No hay excepciones para las leyes.

El descubrimiento de las leyes de la física procede menos de la naturaleza que del laboratorio, y los hechos observados se someten a unas experiencias cada vez más alejadas de la realidad. Por eso la ley ya no aparece como un decreto de la Providencia, sino como una propiedad de la naturaleza. Sin embargo, aún secularizada (de su origen teológico) conserva un carácter sagrado, en especial para los cientificistas. Pero La ley no es más que un medio, una regularidad estadística, como afirma J. Ullmo "una ley natural es la expresión matemática de validez permanente deducida de una relación repetible, comprobada en los fenómenos naturales. Así, queda claro que las leyes se extraen de los fenómenos y que es una expresión defectuosa decir que los hechos se someten a unas leyes, cuando debe decirse que los hechos suponen unas leyes" (La pensée scientifique moderne, 1958).

Usualmente se distingue dos tipos de ley: ley natural (científica), que inexorablemente se cumple, inexorablemente y, ley moral (ética), que debe cumplirse pero puede no cumplirse. Por ello las leyes naturales se expresan en un lenguaje indicativo y las leyes morales en un lenguaje prescriptivo o imperativo. La ley natural, que rige en el reino de las causas, es la expresión de las relaciones constantes observadas en los fenómenos de la naturaleza, las llamadas regularidades naturales.

Dentro de la misma noción de ley natural (ley científica), frecuentemente se ha distinguido varios tipos de leyes. Por ejemplo, se habla de ley causal y ley estadística. La primera es considerada como el tipo de ley que rige en un sistema determinista; en cambio, la segunda puede admitir un indeterminismo, aunque no es necesario que lo haga. Con todo, debemos advertir que si bien esta distinción puede ser útil a ciertos efectos, puede también inducir a confusiones, ya que la llamada "ley estadística" no tiene por qué dejar de ser causal.

En la ciencia, el problema de la ley ha sido muy debatido por la epistemología contemporánea; en particular,. esta parte de la tesis de que la ley (en la ciencia natural) se refiere siempre al carácter de necesidad de un grupo de hechos, a la comprobación empírica de una regularidad, comprobación efectuada generalmente por inducción mediante el "paso del fenómeno a la ley" en la medida que la hipótesis propuesta ha sido verificada y comprobada plenamente.

La capacidad de abordar una hipótesis sirve para medir el grado de espíritu inventivo de una persona. En ciencia se distingue entre hipótesis-ley, o hipótesis menor (que se define como la anticipación de la ley) y la hipótesis mayor o hipótesis teoría. Esta última propone una explicación del conjunto del universo: de su nacimiento y de su formación (Pedro Simón marqués de Laplace, [1749-1827]); de la naturaleza de la materia (atomismo, etc.). Lo que es "hipotético" se opone a lo que es "real", así como lo "probable" se opone a lo "cierto".

Richard Braithwaite (1900- ) sostiene que "el concepto fundamental de la ciencia es el de la ley científica y la finalidad fundamental de una ciencia es el establecimiento de leyes. Para comprender de qué modo obra una ciencia y de qué modo suministra explicaciones de los hechos que investiga, es necesario comprender la naturaleza de las leyes científicas y el modo de establecerlas" (Scientific Explanation, 1953). Según él, la ciencia está constituida por un sistema jerárquico de hipótesis unidas deductivamente, en el que las generalizaciones o hipótesis a nivel más bajo se explican o deducen de las que ocupan el nivel más alto, como "átomos", "electrones" y "procesos mentales inconscientes", son conceptos "teóricos", los cuales no describen las propiedades de las cosas directamente observables, sino que se unen a los hechos mediante complejas relaciones lógicas.

La cuestión de la validez de la ley científica y, su necesidad, es entendida diversamente según la doctrina sustentada acerca de la realidad física. En general, mientras unos sostienen que la ley sólo expresa relaciones entre fenómenos o que tiene un valor estadístico, otros señalan que la necesidad de la ley se origina en el hecho de que se refiere a esencias o, si se quiere, a los "objetos formales".

Sin embargo, la necesidad de la ley no implica la necesidad de un fenómeno contingente; la ley indica que tal fenómeno ha de producirse según una ley determinada, pero no que el fenómeno en cuestión (tal determinado fenómeno singular) haya de producirse forzosamente.

Lo que hoy preocupa, es analizar el significado de "hipótesis" en relación con el significado de otros términos usados en el lenguaje científico. Se trata, pues, de la lógica del concepto "hipótesis". A este respecto debe distinguirse dos puntos importantes:

Primero: se ha reconocido que dado un determinado enunciado teórico éste no es en sí mismo una hipótesis sino en relación con la teoría dentro de la cual se halla. La teoría tiene diversos niveles conceptuales como por ejemplo enunciados sobre medidas, leyes, principios, etc. Un enunciado determinado en un momento puede ser una hipótesis, en otro, una ley.

Segundo: teniendo en cuenta lo anterior se ha tendido a distinguir cuidadosamente entre la hipótesis, por un lado, y por otro, el principio, la ley, el fundamento, la causa, el postulado, la teoría, la síntesis, etc.. Las razones más usuales, en favor de esta distinción, son las siguientes: mientras la hipótesis (del griego u p o J e s i s = base, suposición, hipótesis) es una anticipación de hechos ulteriormente comprobables; el principio (del latín principium = principio, aquello de donde procede algo; el concepto de principio es más amplio que el de causa) es un fundamento axiomático; el fundamento es un principio real; la causa es un antecedente invariable; la síntesis es una generalización inductiva; y la teoría (del griego J e w r i a = visión, contemplación, especulación) es una síntesis de leyes.

Mientras una explicación, exenta efectivamente exenta de contradicción en sí misma y respecto a los hechos, no excluye otra, no pasa de hipótesis más o menos probable.

Sólo cuando se demuestra que la explicación dada es la única que responde a los hechos, logra la categoría de tesis. La teoría se confirma sobre todo conduciendo al descubrimiento de nuevos hechos. Es de notar que a menudo lo comprobable en la experiencia no son las proposiciones aisladas de una teoría, sino ésta en conjunto.

5.3.2.2. TEORÍA

El significado primario del vocablo "teoría" es contemplación. De ahí que se pueda definir la teoría como una visión inteligible o una contemplación racional, es decir, conocimiento puro; se le emplea en oposición a práctica que denota cualquier clase de actividad fuera del conocimiento mismo, especialmente la actividad orientada hacia el exterior.

Isaac Newton (1642-1727) formuló cuatro reglas para investigar las ciencias de la naturaleza: 1) aceptar causas que sean verosímiles y suficientes; 2) atribuir efectos semejantes a las mismas causas; 3) considerar las propiedades de todos los cuerpos; 4) en física experimental tener por exactas las conclusiones obtenidas por inducción.

Cuando ulteriormente se mejora y desarrolla una teoría, las primeras formulaciones de la misma no son falsas sin más, sino que únicamente se manifiestan como insuficientes frente a una experiencia más amplia. Aquellas partes de una teoría que son co-afirmadas (inadvertidamente o por prejuicio filosófico), pero que no son necesarias para la deducción de lo realmente observado, tampoco se ven confirmadas por una teoría considerada cierta y verdadera.

Los filósofos de la ciencia han introducido interpretaciones muy diversas acerca de la naturaleza de las teorías científicas:

    • Para unos, la teoría es una descripción de la realidad (descripción de percepciones o descripción de los datos de los sentidos).
    • Para otros, la teoría es una verdadera explicación de los hechos.
    • Finalmente para otros, sólo la identifican con un simbolismo útil y cómodo.

Karl Popper (1902- ) afirma que la teoría t1 es suplantada por t2: 1) t2 hace aserciones más precisas; 2) t2 tiene en cuenta más hechos y explica más hechos; 3) t2 describe o explica los hechos con más precisión; 4) t2 superó los controles que t1 no lo consiguió; 5) t2 ha sugerido nuevos controles experimentales no considerados por t1 y los ha superado; 6) t2 ha unificado varios problemas que no podían ser puestos en relación entre sí.

En Aristóteles y en forma parecida en Kant, los vocablos "praxis" y "práctico" se reservan para la acción moral de la voluntad, empleando los términos t e c n h y "técnico" para designar la actividad dirigida a objetos exteriores. Afín a teoría es la meditación (atención concentrada y, por lo mismo, acrecentada del conocer y del pensar) y la especulación.

En la moderna doctrina de la ciencia, el vocablo "teoría" se contrapone tanto al escueto establecimiento de hechos como a la hipótesis. En la ciencia natural, al establecimiento de los hechos (mediante la experiencia y el experimento) sigue la descripción unitaria de aquellos, exenta de contradicciones y, donde sea posible, matemática, así como su explicación por leyes y causas necesarias. La biología surge como ciencia el año 1802, gracias al trabajo que aisladamente realizaron Jean B. Lamark (1741-1828) en Francia y Gottfried Treviranus (1776-1837) en Alemania.

En la ciencia actual, el vocablo "teoría" no equivale exactamente al de "contemplación", pues designa una construcción intelectual que aparece como resultado del trabajo filosófico o científico. Especialmente los filósofos de la ciencia han introducido especialmente interpretaciones muy diversas acerca de la naturaleza de las teorías científicas. Para unos, la teoría es una descripción de la realidad (descripción de percepciones o descripción de los datos de los sentidos). Para otros, la teoría es una verdadera explicación de los hechos; pues las leyes científicas y explicativas están organizadas en una jerarquía, según la cual hay:

    • Leyes primarias que explican hechos observados,
    • Leyes secundarias (o leyes de leyes) que explican conjuntos de leyes primarias,
    • Leyes terciarias (o leyes de leyes) que explican conjuntos de leyes secundarias y así sucesivamente.

Finalmente, otros sólo la identifican con un simbolismo útil o cómodo. Muchos autores han manifestado que el análisis de la naturaleza de la teoría plantea problemas epistemológicos, pero que se los puede soslayar sin excesivo daño para el análisis que debe limitarse a describir la estructura de la teoría.

Una concepción reciente unifica diversos conceptos habitualmente separados y aún contrapuestos: "Una teoría científica es un sistema deductivo en el cual ciertas consecuencias observables se siguen de la conjunción entre hechos observables y la serie de las hipótesis fundamentales del sistema".

En este contexto, para el racionalista, el criterio de la verdad no depende de nuestros sentidos; es intelectual. Las construcciones lógicas y los esquemas conceptuales forman los procesos de un pensamiento ante todo intuitivo, es decir, que arranca parte de lo general para aplicarse a lo particular. En efecto, el racionalismo se opone principalmente a la "revelación", a una cierta metafísica, revistiéndose de unas formas complejas y a veces aproximadas a un idealismo racionalista.

Por contraste, el empirismo afirma que el origen del conocimiento se encuentra en la experiencia. Cree en el valor de la conservación, o sea, en la sensación. Lo concreto se encuentra así aprehendido por lo sensible. Es lo contrario de la concepción platónica.

Nosotros consideramos que nuestro conocimiento sólo puede darse con el aporte de la experiencia y de la inteligencia que posibilita la abstracción de los datos alcanzados por los sentidos. Pues la verdad de una teoría consiste en su validez y su validez depende de su capacidad para cumplir las funciones a las que está llamada.

5.3.3. TIPOS DE RAZONAMIENTO

A veces se ha entendido el proceso o procedimiento como "derivación de algo 'principiado' de su 'principio'", y esta derivación puede entenderse tanto en sentido metafísico como lógico. En sentido general, el razonamiento es cualquier procedimiento de inferencia o de prueba, cualquier argumento, conclusión, inferencia, deducción, inducción, analogía, etc. En sentido estricto, el razonamiento es la sucesión lógica de juicios que desemboca en una conclusión. La forma más perfecta y compleja de razonamiento es la conceptual. Se distinguen diferentes tipos de razonamiento, de acuerdo con su forma y grado de rigor:

1) El deductivo: que consiste en derivar un caso particular de un principio general: todo hombre es mortal, por consiguiente Santiago (tal individuo) es mortal. Este tipo de razonamiento, puramente lógico, es riguroso, pero bastante estéril, consideran algunos.

2) El inductivo (llamado razonamiento?): que consiste en extraer de un caso particular (veo una mujer astuta) una ley general (todas las mujeres son astutas). Este razonamiento es bastante creativo, pero es muy poco riguroso. Tal tipo de razonamiento se practica en la ciencia física, con el mayor rigor posible, para pasar de la observación de los hechos (según las características consideradas) a la definición de una "hipótesis".

3) El razonamiento matemático: síntesis de los anteriores dos precedentes, que a su vez es riguroso y fecundo. Por eso, Edmundo Goblot (1858-1935) llama al razonamiento matemático, una "inducción rigurosa" y "una deducción constructiva".

Edmundo Goblot 1858-1935) estuvo profundamente convencido del valor del conocimiento científico, rechazó la metafísica y concibió la filosofía como ciencia positiva; su teoría del conocimiento es un intento de compromiso entre el positivismo y el idealismo. Por ejemplo, 2 + 2 = 4; en pura lógica: 2 + 2 = 2 + 2; la producción del número 4 es una síntesis constructiva. Kant ya analizó este razonamiento y lo consideró como un razonamiento sintético a priori (es decir, una síntesis puramente intelectual).

El "número" es un instrumento que permite medir cosas, pues es capaz de ser considerado y utilizado por sí mismo. ¿Qué significa esto? Que la inteligencia puede jugar libremente con el número, y la razón se presta admirablemente a ello, prácticamente sin fallo alguno. El hombre se apasionó muy pronto y se quedó asombrado de sus propios resultados. ¡ Qué audacia tan gratuita poder hacer matemáticas puras ! Una especie de genio matemático animaba al espíritu especulativo, pero dotándolo además de considerables poderes técnicos (la arquitectura, la incursión astronómica).

Los espíritus pioneros no faltaron en este terreno. Y la especulación matemática se desarrolló sin contratiempos, o por lo menos sin más constricción que el rigor de la razón. José Peano (1858-1932) establece su axioma: 1) el 0 es un número natural; 2) el sucesivo de un número natural es un número natural; 3) no existen números naturales diferentes que tengan el mismo sucesivo; 4) el sucesivo de un número nunca es igual a cero; 5) toda propiedad de cero es tal que, si la tiene un número natural, la posee también su sucesivo.

Pero una razón liberada de lo sensible y de lo real, una razón libre y casi universalmente soberana, una razón creadora de su objeto es el número puro. En una palabra, la pura deducción, ese razonamiento totalmente interior, o totalmente espiritual, ese razonamiento en estado libre, dotado de las alas de la imaginación, dado que trabaja sobre una creación del espíritu, se desarrolla maravillosamente en las matemáticas.

5.3.3.1. RAZONAMIENTO DEDUCTIVO

Se denomina "deductivo" al razonamiento que pasa de lo universal a lo menos universal, a lo particular, o, en el caso límite, de lo universal a lo igualmente universal. Ante todo, la deducción es un medio de demostración. Se parte de premisas que se suponen seguras, en las que basan su certeza las consecuencias deducidas. Aristóteles declara que es necesario que la ciencia demostrativa, la única verdadera a sus ojos, parta de premisas verdaderas, primarias, inmediatas y más conocidas que las conclusiones anteriores de las que son las causas. Las matemáticas han representado hasta una época muy reciente un modelo de este tipo de ciencia.

El vocablo deducción significa conclusión que resulta de una o más premisas. En la historia hay tres interpretaciones:

    • la fundada en la esencia necesaria o sustancia;
    • la fundada en la evidencia sensible;
    • la que le niega fundamento y la considera confiada a reglas.

Pero si la deducción demuestra, raras veces descubre. Para ello hay que alimentar la reflexión del sujeto por medio de la observación del objeto. Esto afirman los empiristas, aunque sea distinto el proceso que propugnan.

Kant llamó deducción a una demostración que, en oposición a la prueba por hechos, evidencia una exigencia de derecho;. lLa deducción es trascendental (u objetiva) si explica cómo un concepto puro a priori se relaciona con los objetos, y empírica (o subjetiva) si muestra cómo se adquiere un concepto mediante la experiencia y la reflexión.

Muchas son las versiones que se han dado sobre la deducción; entre ellas tenemos:

    • es un razonamiento de tipo mediato;
    • es un proceso discursivo y descendente que pasa de lo general a lo particular;
    • es un proceso discursivo que pasa de una proposición a otras proposiciones hasta llegar a una proposición que se considera la conclusión del proceso;
    • es la derivación de lo concreto a partir de lo abstracto;
    • es la operación inversa a la inducción;
    • es un razonamiento equivalente al silogismo y, por lo tanto, una operación estrictamente distinta de la inductiva;
    • es una operación discursiva en la cual se procede necesariamente de unas proposiciones a otras.

Ciertamente que cada una de las nociones anteriores adolece de varios inconvenientes, pero a la vez apunta a una o varias características iluminadoras de la deducción. La deducción es un razonamiento riguroso que consiste en aplicar un principio general a un caso particular: El silogismo constituye un ejemplo excelente, pues es la argumentación en que se comparan dos extremos con un tercero, para descubrir la relación que tienen entre sí.

Toda virtud es laudable;

es así que la prudencia es virtud;

luego la prudencia es laudable.

Los dos extremos, "prudencia" y "laudable", se comparan con el medio (el tercero), "virtud"; y de aquí se deduce que el atributo, laudable, conviene a la prudencia. Los extremos comparados se llaman términos: mayor, el más general; y menor, el otro. El punto de comparación se denomina término medio. En el ejemplo citado, prudencia es el menor, laudable el mayor, virtud el medio.

La premisa en que se halla el término mayor, se llama mayor, y la otra menor: Es más frecuente el que la mayor sea la primera del silogismo; pero aunque muden de lugar no varía su naturaleza. Los silogismos se dividen en simples y compuestos. Los simples constan de solas proposiciones sólo simples como en el ejemplo expuesto; los compuestos encierran alguna proposición compuesta.

La deducción se emplea en todas las ciencias (matemática, física, biología, ciencias sociales), pero es particularmente apropiada en las ciencias más formalizadas, tales como la lógica, la matemática y la física teórica.

A pesar de que Benito Spinoza (1632-1677) pretendió rechazar: a) el procedimiento silogístico, abstracto y fatigoso, de numerosos escolásticos, b) los procedimientos inspirados en las reglas retóricas propias del renacimiento, c) el método rabínico de una exposición excesivamente prolija, sólo por medio de la deducción es posible llevar a cabo pruebas formales en las ciencias naturales, en las cuales se establece que las conclusiones a las cuales se llega son formalmente válidas.

Los procedimientos deductivos parten de la ley general para llegar al caso particular en la siguiente secuencia:

 

5.3.3.2. INDUCTIVO (?)

La inducción es una generalización, operación por la cual se hace extensivo a una clase de objetos lo que se ha observado en un individuo o en algunos casos particulares. La filosofía clásica distingue cierta inducción rigurosa, llamada aristotélica, que reconoce ciertas características a los fenómenos observados (en principio, la totalidad de los casos), generalizándolos o resumiéndolos en una ley, y la inducción amplificadora (erróneamente denominada baconiana) o experimental, que, partiendo de un número determinado de hechos observados, generaliza aplicándolos a un número infinito de hechos posibles.

Quien proporcionó un concepto suficientemente preciso de la inducción y lo introdujo como vocablo técnico para designar un determinado proceso de razonamiento, fue Aristóteles, aunque no le dio un tratamiento único.

Mientras la deducción concluye lo particular de lo universal, o de la esencia de un objeto sus propiedades necesarias, la inducción intenta obtener (de los casos particulares observados) una ley general válida también para los no observados. La inducción es cierto razonamiento que nos hace pasar de lo particular a lo general. Por ejemplo, una persona que ve a un mal estudiante de determinado centro educativo, "induce" que todos los estudiantes de ese centro son malos estudiantes.

Al dominio de la inducción pertenecen las leyes de las ciencias naturales y de las ciencias particulares en general.

Sexto Empírico partió de la distinción entre inducción incompleta e inducción completa. La inducción llamada "completa" consiste en la observación de todos los casos particulares, no es un raciocinio, sino una enumeración. En cambio, la inducción matemática, es decir, la conclusión de que una cierta fórmula, válida para n, vale asimismo para n + 1, se demuestra partiendo de la índole de la fórmula con el mismo rigor deductivo con que se prueba que vale para un número determinado; por tanto, en realidad es una deducción.

La inducción rigurosa no permite pasar de los hechos a las leyes. La novedad que introduce la experiencia no afecta a la lógica normal, pues las ciencias se desarrollarán con independencia de la misma. Pero sus métodos, al no fundamentarse en una lógica rigurosa, se separan de la lógica y de la filosofía.

La verdadera inducción es la inducción incompleta, que, de un número relativamente corto de casos observados saca una conclusión respecto a todos los casos semejantes. Este raciocinio encuentra su justificación en el principio de razón suficiente, el cual, excluyendo la casual semejanza de los casos sometidos a observación metódica, exige, en las condiciones observadas, cierta necesidad por parte del proceso estudiado.

Ahora bien, si éste es necesario en las condiciones dadas, se verificará siempre que se den condiciones semejantes. La inducción engendra auténtica certeza, aunque, evidentemente, no es absoluta (certeza hipotética).

Francis Bacon (1561-1625) planteó con insistencia la cuestión del tipo de enumeración que debía considerarse como propio del proceso inductivo científico. Afirmó que "el hombre, ministro e intérprete de la naturaleza, hace y entiende en la medida en que haya observado el orden de la naturaleza, mediante la observación de la cosa o con la actividad de la mente" (Novum Organon). Entiende por método no sólo el retorno a la experiencia sino también el progreso positivo del pensamiento y las precauciones para poseerlo. "La verdad, escribe, sobrevive más fácilmente al error que a la confusión". Afirma que la investigación no puede partir de la percepción de lo particular sino más bien "de las generalidades confusas del sentido común" para observar los casos particulares y volver en lo posible a otra generalidad, pero racional y ordenada. "Lejos de oponer inducción y deducción, que juegan un papel esencial en el método experimental", declara que "toda filosofía natural sólida y fructuosa emplea una doble escalera, a saber, la escalera ascendente y la escalera descendente; una que sube de la experiencia a los axiomas (principios o hipótesis), otra que desciende de los axiomas a los nuevos inventos" (Novum Organum).

Observando que en las ciencias se llega a la formulación de proposiciones de carácter universal luego de partir de enumeraciones incompletas, formuló, en sus tablas de presencia y ausencia, formuló una serie de condiciones que permiten establecer inducciones legítimas. Denominó tablas a las coordinaciones de las instancias, esto es, de los conceptos particulares de un fenómeno y distinguió las tablas: 1) de presencia, casos en que se presenta un fenómeno particular; 2) las tablas de ausencia, casos en que dicho fenómeno no se presenta; 3) las tablas de grados o comparativas, las diferentes maneras en que el fenómeno puede manifestarse en contextos diferentes; y, por último, 4) las tablas exclusivas, las tablas ofrecen el esquema de toda investigación experimental (Novum Organum). Bacon no era un científico, sino un profeta que propagó la idea de una ciencia experimental y previó e inspiró la revolución industrial.

Al respecto se ha alegado que no es justo contraponer la inducción baconiana a la inducción aristotélica, pues Aristóteles y otros autores antiguos y medievales no excluyeron las inducciones basadas en enumeraciones incompletas; lo que hicieron fue distinguir entre enumeraciones completas y enumeraciones incompletas, agregando que si bien ambas son suficientes para producir inducciones legítimas, sólo las primeras exhiben claramente el mecanismo lógico del proceso inductivo.

La inducción no es un razonamiento riguroso (a diferencia de la deducción), pero es el principio de todos los descubrimientos. En el esquema clásico del método científico, expuesto por Juan Stuart Mill (1806-1873) autor de "Principios de Economía Política", la inducción corresponde al segundo momento de la investigación, o sea que sigue la "observación" y permite el tránsito de ésta a la enunciación de una "ley". El tercer momento de la investigación corresponde a la "verificación" experimental.

El sabio prueba el movimiento del pensamiento avanzando en el conocimiento; pero el filósofo se venga poniendo en entredicho el valor de la ciencia. El conflicto entre el rigor y la fecundidad se amplía y hace nacer el problema del conocimiento y del valor de la ciencia.

Aún admitiendo la existencia de un punto débil en el descubrimiento científico, se pregunta Jacques Lefebvre d''êtaples (1455-1536), ¿puede considerarse absoluta la separación entre el rigor de la deducción y la fecundidad de la inducción? Según Aristóteles, el silogismo es un razonamiento en el que el término medio juega un papel esencial de mediación, de relación fundamental. Clasifica los objetos según las cualidades esenciales de la naturaleza. El juicio da un contenido de silogismo. Decir: Sócrates es un hombre, todos los hombres son mortales, luego Sócrates es mortal, es reconocer en Sócrates las cualidades de hombre y mortal.

Los razonamientos inductivos no son válidos o inválidos en el sentido en que estos términos se aplican a los razonamientos deductivos. Claro está que pueden estimarse como mejores o peores los razonamientos inductivos, según el grado de verosimilitud o probabilidad que sus premisas confieran a sus conclusiones.

Según Franz. Kutschera (Teoría de la ciencia, 1972), puede distinguirse tres fases en el proceso de investigación inductiva puede distinguirse tres fases:

1) El punto de partida es la observación de los fenómenos empíricos, describimos y clasificamos esos fenómenos y reunimos material de observación

2) Sobre la base del material de observación anticipamos unas generalizaciones; reunimos esas observaciones en hipótesis, que explican los fenómenos.

3) Se exponen varias hipótesis, sin que de momento estén vinculadas entre sí. Pero queremos ponerlas en una conexión sistemática. Así que buscamos una hipótesis de tipo superior, que está en condiciones de reunir y explicar las hipótesis de tipo inferior. Y así establecemos una teoría.

Los procedimientos inductivos van de lo particular hacia lo general para descubrir y establecer la ley científica en la siguiente secuencia:

Además, debemos recordar los sub-procedimientos analíticos y sintéticos:

1° Los analíticos: 1) la división o separación de las partes constitutivas de un todo; 2) la clasificación u ordenamiento por clases.

2° Los sintéticos: 1) la conclusión o consecuencia lógica de una argumentación; 2) el resumen o condensación clara y ordenada de varios conceptos; 3) la definición o delimitación breve, clara y completa de un concepto; 4) la recapitulación o cierre total o parcial de aspectos fundamentales.

Concluimos este ítem acentuando que sólo de proposiciones puede predicarse la verdad o falsedad, nunca de razonamientos. Similarmente, las propiedades de validez o invalidez sólo pueden pertenecer a razonamientos deductivos, pero nunca a proposiciones. Existe una conexión entre la validez o no validez de un razonamiento y la verdad o falsedad de sus premisas y su conclusión, pero esta conexión no es de ninguna manera simple.

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