1. Conocimiento intelectual
1.1. Conocimiento racional
1.1.1. Sistemático
1.1.2. Verificable
1.2. Educación e inteligencia
2. Inteligencia y método
2.1. Orden
2.2. Estudiar
2.2.1. Qué es
2.2.2. Cualidades que ha de tener el estudio
2.2.3. Higiene y ambiente para el estudio
2.3. El método de estudio
2.3.1. Técnicas de estudio
2.3.2. El proceso del aprendizaje
2.3.3. El proceso del estudio
2.4. Cómo preparar un examen
3. Lectura y comprensión
3.1. Cómo aprender a leer
3.2. Leer y escribir
3.3. Notas o apuntes
3.3.1. Los apuntes en clase
3.3.2. Fichas y apuntes de lectura
3.4. Análisis y síntesis
4. Elementos del trabajo científico
4.1. El concepto
4.2. El sistema
4.3. El método
4.4. Tipos de métodos
5. Instrumentos del trabajo científico:
5.1. Enciclopedias
5.2. Manuales
5.3. Obras especiales
5.4. Revistas.
6. Método del pensamiento
6.1. Actividad intuitiva
6.2. Actividad discursiva.
6.3. Actividad del entendimiento o de la razón
6.4. Actividad mental o espiritual
7. La Formación humana
7.1. Formación intelectual
7.1.1. El movimiento como aprendizaje
7.1.2. Enseñanza programada
7.2. Ideal educativo
7.3. Orientación educativa
7.3.1. Básica
7.3.2. Universitaria
7.4. El saber y las materias escolares
8. Tecnología interdisciplinar
8.1. Interactividad en el aprendizaje
8.2. El trabajo pensado
8.3. De la artesanía a la industria
9. Producción científica y armonía intelectual
9.1. Los textos científicos
9.1.1. La exposición
9.1.2. La argumentación
9.1.3. El resumen
9.1.4. Síntesis
9.1.5. Cuadro sinóptico
9.1.6. Esquema
9.1.7. El informe
9.1.8. El artículo científico
9.1.9. La definición
9.1.10. La monografía
9.1.11. La tesis
9.1.12. Publicación de libros
9.1.13. Recensión
9.2. Armonía intelectual:
9.2.1. Certeza del educador y educando
9.2.2. Compromiso educativo y equilibrio
9.3. Educación para la creatividad
9.4. Liderazgo intelectual
9.5. Hacia una pedagogía de la persona.
Entender una obra es saber qué comunica su autor. Y, hoy, más que nunca, uno de los medios de que dispone el estudiante para el aprendizaje, es decir, para informarse, es la lectura.
Para lograr tus objetivos, como educando, necesitas tener una filosofía de la vida que te libere de plantearte metas vanas; y la mejor manera de hacerlo es proporcionar un significado propio e integral a tu conducta. Reconocemos que muy pocas personas se plantean propósitos a cumplir; la mayoría yerra sin que sus pasos tengan un destino en senderos iluminados por una esperanza, viven sin descanso, sin satisfacciones: realmente es lamentable observar su desorientación y frustración.
Muchas personas fracasan y pocas triunfan en la vida, la diferencia estriba básicamente en el hecho de que unos trabajan para ser y otros trabajan para no ser; así, de acuerdo con sus pensamientos y actos, cada quien está en la precisa situación que le corresponde.
Ante ello, la filosofía de la educación día a día renueva sus métodos y sistemas encausando sus esfuerzos para que el estudiante tenga mayor participación en el proceso educativo, haciéndolo responsable de su propio aprendizaje. De ahí que en el presente trabajo se expone una serie de técnicas intelectuales cuyo ejercicio despertará en el lector el gusto y el hábito del estudio.
Por otra parte, debemos recordar que cuando se investiga, lo que se pretende es resolver los problemas. Los problemas se manifiestan dentro de una teoría. Una teoría vive dentro de un racimo de teorías que constituyen históricamente una disciplina. Por esta razón, generalmente los problemas son típicos de una disciplina. Típicos de una disciplina, aunque tienen significado para otras disciplinas y se resuelven con la ayuda de medios teóricos y técnicos necesarios para tal fin, tomando estos últimos de cualquier disciplina.
Entonces, la interdisciplinaridad es el trabajo que se lleva a cabo para resolver los problemas típicos de una disciplina, con los medios necesarios para tal fin y disponibles en cualquier otra disciplina.
Así se entiende la pedagogía como doctrina para la acción educativa, e inevitablemente su metodología debe tener en cuenta la concreción, incluso la singularidad de la situación, la que puntualiza las "posibilidades" efectivas del obrar del educando y que reconoce analíticamente los objetivos a realizar.
Si hoy la ciencia (las ciencias) ha superado resueltamente la fase del "experimentalismo ingenuo" y si se está convencido de que la pedagogía experimental no cubre toda la área de la pedagogía científica, es necesario precisar que esto se debe al reconocimiento de que la ciencia no es reducible a "cuantificación" y "medición".
Por ello, la actual pedagogía experimental tiene en cuenta la metodología científica más correcta, como se ha ido construyendo en estas últimas décadas, y también está menos propensa a servirse indiscriminadamente de los métodos propios de la sicología, empleados demasiado ampliamente en el pasado y ahora aceptados a lo más en el ámbito de la sicopedagogía.
En este contexto, el trabajo, entendido como actividad consciente, intencional, programada y orientada, obedece al fin de realizar un objeto que se puede considerar de manera heterónoma; presupone una ideación mental planteada científicamente mediante conocimientos precisos de ciencia y matemáticas, en cuya función realizadora lleve a cabo las operaciones reales y concretas que, con su rigor, aseguren el resultado. Pues el trabajo intelectual sólo puede realizarse dentro de una rigurosa metodología.
Las pinceladas metodológicas para el éxito en el estudio, que muy ligeramente presentamos, irán posibilitando que el lector y el estudiante pueda llegar a identificarse consigo mismo en esta ardua tarea, cual es la formación de uno mismo a través de las acciones realizadas con responsabilidad y consciente evocación.
Al finalizar la lectura y estudio de la unidad, se estará en posibilidad de:
1. Relacionar, efectuar y explicar cómo se origina el conocimiento
racional.
2. Reconstruir, caracterizar y diseñar con palabras propias
el conocimiento verificable.
3. Revisar, exponer y explicar los vínculos entre inteligencia
y educación.
Nuestra conciencia es espiritual, pero no es posible negar que es igualmente sensible. La conciencia sensible es la conciencia corporal, la que se asoma en los órganos de la vista, del oído, del tacto, etc. Todos nosotros, y no sólo un superdotado, en cada momento hacemos un trabajo, una experiencia total. Pero es verdad que nuestra perspectiva es muchas veces demasiado estrecha, absorbidos como estamos por un sólo interés, por una sola preocupación. Así, en estos casos, sólo el inconsciente recoge la totalidad difusa, mientras que nosotros seguimos por nuestro camino estrecho.
Pero, ciertamente yo soy, y conmigo otros muchos, todos aquellos en los que me hace pensar este trabajo, todos aquellos que de algún modo me han preparado para vivirlo. No hay un solo momento humano que no tenga esta grandeza, este valor, el trabajo intelectual, propio, único y exclusivo del hombre.
El principio del trabajo se halla en el espíritu. "Con el trabajo, dice Federico Fröbel (1782-1852), el hombre hace exterior lo que es interior". Ello significa que el trabajo debe ser siempre intelectual y consecuentemente educativo; de lo contrario, el hombre estaría renunciando a su ser tal. Pues el hombre toma conciencia de su espiritualidad cuando se relaciona con Dios, su principio y razón; como hijo de Dios, tiende a poner de manifiesto su esencia íntima y a reconocer los fines que inevitablemente derivan de ésta.
La pregunta: ¿qué es el conocimiento? siempre estuvo en estrecha relación con el interrogante: ¿qué es la realidad?. Y al margen de las diferentes y múltiples concepciones que los filósofos han emitido sobre el conocimiento, debemos reconocer que el conocimiento es un dato primitivo de la realidad, y como tal, indefinible.
Originariamente significa el hecho maravilloso de que un ente, el espíritu, no sólo existe entre otros entes, sino que, por decirlo así, es transparente para sí mismo, consciente de sí mismo, está dentro de sí, y a la vez se dilata y rebasa su propio ámbito, reflejando en sí lo otro, lo que no es él, y, en cierta manera, "deviniendo todas las cosas", como afirma Aristóteles. Así, conocer es lo que tiene lugar cuando un sujeto aprehende un objeto.
El conocimiento es, en cuanto acto vital, una perfección ontológica inmanente en el sujeto. Las formas propias de conocimiento son el sensible y el inteligible; la primera natural en los animales, y tanto la primera como la segunda propias del hombre en conjunto, predominando la segunda.
Nicolás de Cusa (1400-1464) distinguió cuatro grados del conocer:
1. El de los sentidos, que proporcionan imágenes confusas e incoherentes,
2. El de la razón, que las diversifica y ordena,
3. El del intelecto o razón especulativa, que las unifica,
4. El de la contemplación intuitiva, que, al llevar el alma
a la presencia de Dios, alcanza el conocimiento de la unidad de los contrarios.
En la producción del conocimiento humano actúan las leyes de potencia y acto, de manera que objeto y sujeto deben colaborar para llevarlo a cabo. La facultad cognoscitiva del sujeto, en sí indeterminada, necesita una asimilación al objeto. Esta se verifica mediante una determinación (species impressa, determinante condicional) condicionada por el objeto y recibida vitalmente en la facultad cognoscitiva.
El conocimiento es intelectual porque el objeto del intelecto es inteligible, al igual que el objeto de los sentidos es sensible. Esta simetría es mantenida por todos los filósofos que admiten la distinción entre sensibilidad y entendimiento. Por ello, el acto cognoscitivo propiamente tal, producido por la facultad, es inmanente a ésta, engendrado por su fuerza propia que a la misma confiere perfección intencional y ontológica. En dicho acto el sujeto engendra en sí una semejanza del objeto, la llamada imagen cognoscitiva (species expressa; en el entendimiento: verbum mentis), que, por supuesto, no debe confundirse con una rígida imagencilla.
El todo del conocimiento humano es un todo configurado que se desdobla en varias funciones parciales esencialmente distintas. Una parte de éstas pertenece al dominio del conocimiento sensorial (conocimiento sensorial), la otra forma los actos intelectuales, ya simplemente aprehensivos, ya progresivos con una peculiar actividad consciente.
1.1. CONOCIMIENTO RACIONAL
El término racional procede del vocablo razón que es la facultad del hombre por medio de la cual se distingue de los demás miembros de la serie animal. La razón es la facultad cognoscitiva intelectual en oposición a la sensible; pues es sinónimo de entendimiento. La razón designa la actividad intelectual superior que tiende a la conexión y unidad definitiva del saber y del obrar.
Lo racional es:
1) Lo que constituye la razón o concierne a la razón,
en cualquiera de los significados de este término.
2) Lo mismo que razonable, por ejemplo, "animal racional", "comportamiento
racional".
3) Lo que tiene por objeto la razón, es decir, su forma o su
procedimiento. En este sentido Quintiliano (en sus Instituciones) y Séneca
denominaron "filosofía racional" a la lógica, como lo hicieron
más adelante también Christian Wolff (1679-1754) en su Filosofía
racional o Lógica (1728), y otros.
El espiritualismo moderno (en todas sus manifestaciones) considera el conocer como una relación interna de la conciencia, esto es, como una relación de la conciencia consigo misma. Esta interpretación garantiza la identidad del conocer con el objeto, ya que el objeto, desde este punto de vista, no es más que la conciencia misma o, por lo menos, su producto o su manifestación. Arthur Schopenhauer (1788-1860) expresaba esta doctrina así: "Nadie puede nunca salir de sí para identificarse inmediatamente con cosas diferentes de sí; todo lo que tiene conocimiento seguro, por lo tanto, inmediato, se encuentra dentro de su conciencia" (En Die Welt, citado por Nicola Abbagnano en Diccionario de Filosofía).
En el hombre puramente natural, afirma Schopenhauer, también las facultades superiores de la inteligencia son únicamente un instrumento para la afirmación de la personalidad empírica. Pero el hombre, como "animal metafísico", tiene la posibilidad de adquirir conciencia de esta situación, así como de sentirse hermanado con sus semejantes por un sentimiento de compasión, fundado en la unidad radical que los liga a todos entre sí (Sobre el fundamento de la moral, 1840).
Aquí, la consideración básica es la de que el sujeto no puede conocer lo que está fuera de sí, y el único conocimiento verdadero y originario es el que el sujeto tiene de sí mismo. Sobre esta base, Francisco-Pedro Maine de Biran (1766-1824) veía el único conocimiento posible en el "sentido íntimo" e interpretaba los testimonios como verdades metafísicas (Ensayos sobre los fundamentos de la sicología, 1812).
Por otra parte, el conocimiento es una operación de trascendencia; pues conocer significa llegar a la presencia del objeto, apuntar a él, o, con el término preferido por la filosofía contemporánea, trascender a él. Entonces, el conocimiento es la operación en virtud de la cual el objeto mismo está presente; por así decirlo, presente en persona, o presente a través de un signo que lo haga hallable, describible o previsible.
Conocer racionalmente es sobre todo "constituir", es decir, constituir el objeto en cuanto objeto de conocimiento.
1.1.1. SISTEMÁTICO
Si el término sistema fue desconocido como totalidad deductiva en el período clásico, fue adoptado por Sexto Empírico (150-230) para indicar el conjunto de las premisas y de la conclusión o el conjunto de las premisas. Guillermo Leibniz (1646-1716) decía que "el orden científico perfecto es aquel en el cual las proposiciones están situadas según sus demostraciones más simples y de manera que nacen una de la otra" (Método de la certeza).
Es el cartesiano Pedro Silvano Régis (1632-1707), quien en 1690 publica su obra voluminosa con el título Systéme de Philosophie. Pero lo realmente grave es que el término sistema pertenece a las ideas. Sólo en nuestra época es cuando se ha pensado a fondo que la realidad misma es la sistemática; así el sistematismo de la filosofía significaría sólo plegarse dócilmente a la realidad; pues la conexión efectiva de la realidad es el sistema de la vida misma, es decir, el vivir; es sistemática la filosofía porque la realidad lo es.
Emmanuel Kant (1724-1804) habló de la "unidad sistemática del conocimiento, al cual tratan de acercarse las ideas de la razón pura" (Crítica de la razón pura). La unidad del sistema es la característica que logra el éxito de la noción en la literatura filosófica del romanticismo. Jorge Hegel (1770-1831) afirma que "la ciencia de lo Absoluto es esencialmente sistema porque lo verdadero, como concreto, lo es sólo en cuanto se desarrolla en sí, se recoge y mantiene en unidad, es decir, como totalidad, y sólo mediante el diferenciarse y la determinación de sus diferencias resultan posibles la necesidad de éstas y la libertad de todo".
El sistema es una totalidad o un todo organizado; por ello se dice "sistema solar", "sistema nervioso", etc. y se habla también de "clasificación sistemática" o más simplemente de sistema en lugar de clasificación, como lo hizo Carlos de Lineo (1707-1778) quien fue el primero que aplicó con método la nomenclatura binaria, insistiendo acerca del carácter ordenado y completo de su clasificación (Systema naturae, 1735). Pues surgió el esfuerzo de matematización de lo empírico no sólo en el dominio de la mecánica cartesiana y en el de la astronomía con Isaac Newton (1642-1727), sino en el de la clasificación de los seres de la naturaleza con Georges L. Buffon (1707-1788) y Linneo, y hasta en el de las deducciones filosóficas con René Descartes (1596-1650) y Benito Spinoza (1632-1677). Pues todo conocimiento precede a la fijación de un orden estableciendo las diferencias.
Por ello, para constituir un sistema logístico son suficientes:
1) un vocabulario de los símbolos primitivos referidos a la realidad;
2) las reglas de formación que determinan las combinaciones
de símbolos primitivos permitidas y las que no lo están;
3) las reglas de inferencia, o sea de transformación de las
expresiones compuestas, una en otra;
4) algunas proposiciones primitivas o axiomas.
La sistemática es la técnica, o sea el camino o el medio para realizar el sistema. Y la noción resulta del planteamiento kantiano que enuncia el sistema como ideal regulador de la investigación filosófica y no su realidad. "Sin embargo, dice Kant, el método puede siempre ser sistemático. En efecto, nuestra razón (subjetivamente) es por sí misma un sistema, pero en su uso puro, para simples conceptos, es sólo un sistema de investigación según principios, de la unidad de la cual la experiencia puede suministrar solamente la materia" (Crítica de la razón pura).
Así, lo sistemático: 1) constituye un sistema o pertenece a un sistema, en uno de los sentidos cualesquiera de la palabra sistema. En este sentido se dice "saber sistemático" o "error sistemático"; 2) procede hacia el sistema pero que no es sistema: con referencia a sistemática. En este sentido, Nicolás Hartmann (1882-1950) distinguió en la historia de la filosofía entre el pensamiento-sistema dirigido a la construcción del sistema y el pensamiento-problema que se mantiene en una indagación abierta (Filosofía Sistemática, 1931).
Sólo el sistema abierto, es el adoptado por la ciencia en sus construcciones teóricas y puede ser considerado como extremadamente fecundo para el incremento del conocimiento cuando se funda en la realidad, como tal.
1.1.2. VERIFICABLE
La experiencia que juzga la idea es la verificación experimental en la que han de ponerse de acuerdo lo más exactamente posible el razonamiento inductivo, la observación y la solución supuesta. Si realmente esa solución es verdadera, aquello se producirá. Por consiguiente, sólo hay que observar lo que en esas condiciones que se han reunido en el laboratorio, o que a veces se encuentran en la naturaleza misma.
Este procedimiento es extraordinariamente difícil, ya que jamás ni las observaciones ni la verificación son tan precisas como sería de desear; dependen de la instrumentación científica, es decir, de esos aparatos que siempre podrán mejorarse, lo cual prohibe toda certeza plenamente satisfactoria. Pues bien, la especialización científica exige de los sabios que aíslen, de su contexto general, los objetos de su propia especialidad; son sus leyes las que hay que conocer y nada más. Por otra parte, es ahí donde se utilizan sus instrumentos.
Pero entonces, ¿sigue siendo posible la inducción de esa ley? Toda ley "descubierta" de ese modo ¿será acaso algo más que un saber provisional, aproximativo, menos grosero sin duda en la actualidad en que las hipótesis de los primeros investigadores, pero siempre arriesgado? Efectivamente, lo que es imposible es reconstruir el orden integral de todos los fenómenos sensibles, del mismo modo que es imposible aislar cada uno de ellos perfectamente.
Por ello, la ciencia es inacabable. Ciertamente avanza, va acumulando sus hallazgos, pero a medida que avanza, se convence más de que no sabe. En resumen, la certeza científica de la época llamada cientista, que correspondió al momento positivista de la filosofía occidental, se ha ido transformando a lo largo de los años en una fecunda prudencia, luego en una especie de humildad consentida, y finalmente, en la actualidad, en un verdadero malestar, en algo que ha podido llamarse "la crisis de la ciencia".
Para precisar, lo verificable podemos examinarlo en dos niveles:
1) Lo verificable en general, referido a todo procedimiento que permita establecer la certeza o la falsedad de un enunciado cualquiera; ya que los grados y los instrumentos de la verificación pueden ser innumerables; el término tiene un alcance muy general e indica la puesta en acción de cualquier procedimiento de certeza o de prueba.
En este sentido general, el término se usa también sin referencia a los hechos o a la experiencia y se puede hablar de verificación de una expresión matemática o de un enunciado analítico de la lógica, como también de la verificación de un enunciado factual o de una hipótesis científica. Además, la noción de verificación a veces se extiende de tal manera que incluye no sólo el procedimiento que permite establecer la certeza o falsedad de un enunciado, sino también el que posibilita señalar la certeza, la falsedad o la indeterminación del enunciado mismo, o sea con referencia a una lógica de tres valores más bien que de dos.
2) En sentido restringido y específico, la verificación concierne a los enunciados factuales y es un procedimiento que apela a la experiencia o a los hechos.
Precisamente en este sentido la verificación ha sido considerada por el empirismo lógico como criterio del significado de las proposiciones, criterio que el Círculo de Viena interpretaba en la forma más rigurosa, declarando carentes de sentido todos los enunciados que no mostraran una absoluta verificación empírica. Este punto de vista fue expresado con todo rigor por Rudolf Carnap (1891-1970) en su obra La Estructura Lógica del mundo (1928).
Por otra parte, debemos puntualizar que en lo concerniente al procedimiento de la verificación factual, poco se ha dicho en el nivel filosófico. Hans Reichenbach (1891-1953) ha dividido este procedimiento en dos fases: 1) la introducción de una clase fundamental O de enunciados observacionales, o sea de significados primitivos o directos, que no son investigados durante el curso del análisis; 2) un conjunto de relaciones derivativas (o reglas de transformación) D que permiten relacionar algunos términos con las bases O.
Empírico
Científico
Filosófico
Teológico
Después de haber definido, para una indagación específica, ya sea la base O como las relaciones derivativas D, el término "verificado" puede ser definido como "el ser derivado de la base O en términos de las relaciones D". A esta descripción, Reichenbach agrega una determinación importante: la condición del significado no es la verificación actual, sino la verificación posible; por lo tanto, la noción de verificación supone la de posibilidad y Reichenbach distingue a este propósito la posibilidad lógica, la posibilidad física y la posibilidad técnica y distingue correlativamente, tres especies de significados.
Siendo el conocimiento una relación entre el sujeto y el objeto, al darse tipos de relación éstos constituyen los niveles del conocimiento: empírico o vulgar, científico, filosófico y teológico.
1.2. EDUCACIÓN E INTELIGENCIA
En el proceso unitario de la formación integral de la personalidad, el momento de la educación intelectual desarrolla una función insustituible. Y a lo largo del tiempo se han dado exageraciones tanto en el sentido de una acentuación de los contenidos cognoscitivos (aspecto material) como en el de una sobrevaloración de las funciones y de los procesos de la conquista intelectual.
La educación de la persona necesita simultáneamente los aspectos formal y material, los contenidos y los procesos, principios y habilidades funcionales. Los estudios filosóficos, sociológicos y sicológicos recientes han contribuido a clarificar mejor estos aspectos.
En el campo de la educación intelectual nos han ofrecido notables aportaciones Jean Piaget (1896-1980) y J. Bruner (1966), entre otros. Para Piaget el desarrollo de la inteligencia sigue una idea evolutiva caracterizada por estadios, en cada uno de los cuales suceden cambios sustanciales en el ámbito del comportamiento inteligente: 1) estadio sensitivo-motor de cero a dos años; 2) estadio preconceptual, de dos a cuatro años; 3) estadio del pensamiento intuitivo o preparatorio o irreversible, de cuatro a siete años; 4) estadio del pensamiento operatorio-concreto o reversible, de siete a once años; 5) estadio de las operaciones formales, del pensamiento abstracto o hipotético-deductivo, de once a trece años o más. Igualmente habla de tres grandes momentos: autismo, de cero a tres años; egocentrismo, de cuatro a siete años; objetividad, de ocho a trece años.
En lo referente a la relación entre inteligencia, aprendizaje y acción educativa, cada vez parece más limitante referirse a una sola corriente o a un único autor, cuando ya es de dominio común que tal relación implica también valencias emotivas, afectivas, corporales y relacionales, sobre las que el sicoanálisis más reciente ha ofrecido algunas contribuciones importantes.
En el ámbito pedagógico y educativo es siempre oportuno un reconocimiento crítico de las diversas posiciones y una adquisición de las nuevas aportaciones para traducirlas en una praxis educativa basada en el conocimiento cada vez mayor de los dinamismos evolutivos de la inteligencia del estudiante.
La educación intelectual es la educación del hombre en cuanto capacidad de juzgar, de razonar y de conocer los atributos fundamentales de la realidad. El hombre es el único ser que, en virtud de su inteligencia, puede aprender, comunicar y dar vida a relaciones sostenidas por la cultura y por motivaciones éticas y religiosas.
Además, podemos afirmar que la educación intelectual es el momento de aplicación concreta de la educación moral. En la educación intelectual podemos distinguir los momentos de:
1) Enseñanza: momento didáctico, orientado a los aprendizajes a través de la mediación entre aspecto material y aspecto formal.
2) Formación: caracterizada por la señal del dominio personal de la materia y de las funciones intelectuales de conquista, elaboración e invención; es el momento en el que la persona alcanza la unidad entre los diversos saberes adquiridos y manifiesta el dominio activo y crítico de las funciones del pensamiento hasta la conquista de nuevas posibilidades prácticas y de nuevas metas teóricas.
3) Educación: otorga sentido y valor a los momentos precedentes y acentúa la intencionalidad de la inteligencia como valor de la persona proyectada hacia su total autonomía.
Al hablar de la relación entre inteligencia y educación es oportuno aludir al problema de la hipo y de la hiperdotación intelectual, en cuyo campo las investigaciones han dicho ya mucho respecto a los factores endógenos y exógenos que pueden obstaculizar o favorecer el desarrollo intelectual, pero que por otra parte han levantado también problemas y polémicas sobre la modalidad de intervención educativa.