Después del trabajo intelectual sobre la unidad, se podrá:
1. Verificar, controlar y exponer con las palabras propias los aspectos
necesarios para la formación humana.
2. Proponer, determinar y establecer los criterios que posibilitan
la orientación educativa.
3. Relacionar, organizar y desarrollar los alcances del saber y los
materiales escolares para la formación.
La historia del pensamiento filosófico-científico ha precisado a lo largo del tiempo los múltiples significados concretos de la metodología (procedimientos y metas de la investigación, modalidades de operaciones, reglas prácticas usadas, etc.), o sea las múltiples determinaciones a las que ha dado lugar el término. Una precisa terminología o lenguaje técnico, que no debe ser vago, pero tampoco anquilosado, favorece mucho el despliegue metódico del saber científico.
Además de lo indicado anteriormente, debemos manifestar que en el proceso de la formación, el método puede ser:
1) Espontáneo: si el que pone las acciones no se da cuenta del
modo de proceder;
2) Reflejo: si conscientemente emplea determinado procedimiento;
3) Empírico: si el procedimiento empleado se basa sólo
en la experiencia;
4) Racional: si ese procedimiento está regulado por principios
científicos;
5) Analítico: si se pretende llegar a las partes y en general
a lo más simple, partiendo de lo más complejo.
6) Sintético: si se pretende llegar a lo más complejo,
partiendo de las partes o de los constitutivos, y, en general, de lo más
simple;
7.1. FORMACIÓN INTELECTUAL
La educación es conjuntamente un momento y una continuidad: es una acción, que no es sólo medible en su actuarse, sino también en su resultado (pero siempre provisional, precario y puesto en discusión cada vez) y que procede de una intención, de una ideación y de un programa: aún no praxis, sino praxis potencial.
El llamamiento al deber, a la educación, a mi educación o a la educación del yo, no comporta evidentemente una disminución, ni siquiera una anulación, del poder y del querer de la educación. Pues si el hombre no tiene la verdad, es su obligación buscarla. Entonces, se hace exigente la educación del yo y la educación del otro; pero las direcciones que éstas determinan son interactuantes más que complementarias. Es como decir que los dos roles, de educador y de educando, se aceptan y se viven en cada momento. Por esto la educación consiste en el acontecimiento educativo que puede repetirse muchas veces, constituyendo una cadena de acontecimientos en los que se puede encontrar conjuntamente la total "instantaneidad" del hecho y su "continuar" en el tiempo.
7.1.1. EL MOVIMIENTO COMO APRENDIZAJE
El movimiento en general fue definido por Aristóteles como "la entelequia de lo que está en potencia", definición célebre a través de los siglos. El movimiento es la realización de lo que está en potencia y así, por ejemplo, la construcción, el aprendizaje, la curación, el crecimiento, el envejecimiento, son realizaciones de potencias.
La vida afectiva se asocia naturalmente con las emociones y con los sentimientos. De aquí deriva que la afectividad puede entenderse también como una reacción emotiva generalizada que tiene efectos bien precisos en el cuerpo y en el espíritu.
La toma de posición afectiva hacia el mundo se desarrolla gradualmente desde los primeros momentos de la vida del niño y disminuye de intensidad y se armoniza tanto más claramente cuanto más el desarrollo síquico se diferencia del ambiente y sitúa al educando en condiciones de relacionarse consigo mismo, con los otros y con los objetos de una suficiente madurez.
El desarrollo del individuo está condicionado, al mismo tiempo, por su organismo y por el ambiente en que debe vivir. Los modelos culturales condicionan con frecuencia en sentido negativo tanto los procesos de identificación con los otros como los de integración consigo mismo.
La educación sensorial se precisa como acción orientada a desarrollar y a perfeccionar el uso de los órganos de sentido y a guiarlos a una percepción exacta de la realidad. La educación de los sentidos está orientada a su cuidado y desarrollo con el fin de que sean capaces de recibir las impresiones externas, a ellos propias, con precisión, medida y tiempo convenientes, para poder proporcionar al sujeto informaciones fielmente representativas de la realidad.
En orden a la educación sensorial hay quien indica su valor y su tarea considerándola como educación y desarrollo de los órganos de sentido mediante su ejercicio, mientras que otros la sitúan en la localización de aquellas actividades síquicas y espirituales (como la atención, la comparación, el análisis, el juicio, etc.), que siempre se manifiestan a través de los sentidos.
En general, los dones admirables de nuestra sensibilidad son despreciados, al menos en occidente y en los medios sofisticados de una cultura demasiado crítica, demasiado abstracta, demasiado ciudadana. Nos sentimos más inclinados a valorar al animal; él, gracias al instinto, vive toda su existencia bajo el control de su conciencia corporal, estrechamente dirigida a su vez por los factores naturales que condicionan su vida.
Es cierto que todo en el animal ocurre así, desprovisto como está de interioridad personal y libre. Pero el hombre es un ser vivo, equipado también él para vivir; su conciencia sensible tendrá no solamente que aprender a explorar las luces que corresponden a su inteligencia espiritual. Si lo hace, si tiene éxito, logrará imponerse sobre todo el reino animal.
Resulta fastidioso y lamentable comprobar en casi todos los niños, jóvenes y hasta adultos sus mediocridades, debilidades, caprichos, incoherencias e inconsistencias sensibles. Pero el hombre está mejor construido de lo que hacen pensar esos hechos tan deplorables. Su cuerpo vivo, sensible, multiplica los intercambios vitales, preciosos, necesarios, gozosos, con la naturaleza y con el ambiente; además dispone de un dominio potencial sobre sí mismo gracias a su libertad personal: basta con que la educación y la autoeducación se activen según las exigencias de la experiencia total.
Hemos dicho que en pedagogía la intuición es un término empleado en sentido metafórico y analógico para individuar algunas modalidades en la relación educativa o para evidenciar algunos criterios de la conducta humana. Entonces, fácilmente comprobamos que el acontecimiento educativo se caracteriza por la inmediatez y por la particularidad, no sólo porque se trata de un hic et nunc (aquí y ahora) que se puede determinar en el tiempo y en el espacio, sino también porque la relación educativa es algo irrepetible, precisamente esto y no otra cosa, aún cuando tiene detrás de sí una larga fase de preparación obtenida de la costumbre tradicional y de la reflexión científica.
En términos analógicos frecuentemente se ha hablado de un instinto del educador, como si se tratase de una forma de poder mágico o de una capacidad misteriosa, cuando, por el contrario, se trata de captar la coincidencia entre el sujeto y el objeto (que en realidad es otro sujeto) de la educación, de vivir, pues, en relación entre sí y el otro en la inmediatez de la situación.
7.1.2. ENSEÑANZA PROGRAMADA
Por enseñanza programada se entiende una técnica peculiar de enseñanza basada fundamentalmente, por razón de finalidades específicas que se han de perseguir, en una sucesión lógica de los contenidos de estudio y en la presentación de problemas y de ejercicios de control, de manera que el alumno pueda avanzar según sus propios ritmos, autoverificando el aprendizaje en cada uno de los argumentos.
La enseñanza personalizada supone un ciclo docente de las siguientes etapas:
1) Planeamiento y programación del programa escolar a largo plazo, sobre una visión total de la tarea a realizar;
2) Exploración de los alumnos para conocer a los sujetos con quienes se ha de trabajar;
3) Programación inmediata, basada en períodos cortos, que incluye la motivación, la información y la ayuda personalizada;
4) Evaluación crítica posterior de la actividad, para su permanencia o modificación.
Para llevar a la práctica la enseñanza programada es necesario que el material de aprendizaje se disponga según un programa específico, en el que los contenidos informativos resulten segmentados en secuencias elementales, llamadas micro-unidades, presentadas en forma de simples enunciados y preguntas.
Cada respuesta dada por el estudiante a una micro-unidad, respuesta elegida entre las ya presentadas o construidas directamente por el educando, es evaluada confrontándola con una respuesta modelo. La respuesta positiva envía a la micro-unidad siguiente, portadora de una nueva información, mientras que la errónea bloquea al estudiante en este recorrido hasta que haya dado la respuesta correcta.
La enseñanza programada no pretende sustituir los otros procesos educativos, sino que se propone como un recurso auxiliar útil para hacer su actividad más en consonancia con las exigencias de los diversos estudiantes, para aligerar su empeño de tareas de transmisión de informaciones y para hacerle más disponible respecto a la actividad educativa, que es el aspecto que más cualifica su trabajo.
Mediante la enseñanza programada se percibe que la realidad personal comporta las notas de:
1) Singularidad: en virtud de la cual cada uno es una realidad diferenciada. De ahí la posibilidad de que los trabajos y las relaciones escolares permitan el desarrollo de cada estudiante de acuerdo con su capacidad, su interés y su ritmo de aprendizaje.
2) Autonomía: por la autonomía la persona viene a ser el principio de sus acciones, con capacidad de gobierno de sí mismo, de posesión y uso efectivo de su libertad. Por eso la importancia de educar en libertad y para la libertad.
3) Apertura: la persona es una realidad abierta, con necesidad existencial de apertura a los demás. Por ello hay que preparar al hombre para la convivencia en la vida social, política, económica, profesional, familiar, así como para establecer relaciones de amistad y de religiosidad.
7.2. IDEAL EDUCATIVO
Constituyendo el objetivo de la educación, la formación del hombre libre, cambiante, perfectible, no puede pasarse por alto la fusión de un ideal de formación centrado en la invariabilidad del elemento divino, junto con la variabilidad, perfectibilidad y libertad del elemento humano objeto de la educación; tampoco puede olvidarse los medios: el conocimiento experiencial y el diálogo o comunicación interpersonal, es decir, la comunicación educativa entre maestros y estudiantes.
La pedagogía adaptable y dinámica (promocionada por Ignacio de Loyola '1491-1556') pretendía unir tres conceptos: "la virtud con las letras", "la vida con la ciencia", y "la conducta con el saber".
Por ello las notas características de esta pedagogía puede identificarse así:
1) Atención a la educación intelectual, moral y física
y a las técnicas concretas para lograrlas;
2) Cuidada y rigurosa organización escolar de programas y de
métodos;
3) Flexibilidad en la acomodación y adaptación a "lugares,
tiempo y personas";
4) Dedicación a la enseñanza de la juventud, porque "la
educación del joven es la renovación del mundo".
Al buscarse una formación íntegra, las relaciones existentes entre los estudiantes y los profesores, no han de ser frías, ni meramente políticas o externas, sino que debe existir entre ellos el cultivo del aprecio y estima que les una en la empresa altísima y común de construir un mundo sabio y justo.
Todos: autoridades, profesores y estudiantes deben tener las mismas miras, los mismos ideales, la misma formación humanista. Por eso, la confianza basada no tanto en las dotes naturales de ingenio, de carácter, de habilidad para enseñar..., sino sobre todo en las que brotan del respeto y de la dignidad de la persona, han de ser la base para formar todo círculo de estudio y desarrollo.
7.3. ORIENTACIÓN EDUCATIVA
La orientación, aunque persigue los mismos fines generales que la educación, se coloca en el proceso educativo como un modo específico de realizar la persona en sus potencialidades preparándola a elecciones profesionales motivadas en los diversos estudios de su desarrollo.
Por eso entendemos la acción orientadora como una "modalidad educativa" (en cuanto es una parte del proceso educativo, aunque no agota sus finalidades) que se realiza favoreciendo la convergencia de las diversas intervenciones educativas, con metodologías características, para la formación de la persona en función del ejercicio profesional más adecuado a la valorización de su personalidad, en compatibilidad con las posibilidades y con las exigencias sociales.
El proceso de orientación será satisfactorio sólo si permite a la persona percibir, a cada instante, la coherencia o al menos la compatibilidad de las elecciones que va haciendo progresivamente, o de las que expresa en el mismo momento, pero en campos diversos, para que la resultante de estas elecciones constituya su posibilidad de vivir en el ambiente social que le rodea.
Por ello, el objetivo de la orientación se debe desplazar del individuo al grupo y a las estructuras, porque sólo así se eliminarán aquellos condicionamientos económicos, sociales y ambientales que impiden la igualdad de las oportunidades educativas, limitando la posibilidad de maduración a los menos dotados y capaces.
El verdadero aspecto de esta posición es que las estructuras a veces pueden condicionar efectivamente de manera negativa (sin embargo, no todos los condicionamientos son negativos) y que por tanto es una cosa buena el modificarlas. Con todo, no son los cambios de sistemas sociales o de estructuras los que resuelven los problemas del individuo. Por esta circunstancia, creemos que Enrique de Ossó i Cervelló (1840-1896) señalaba como virtudes del educador la profesionalidad, la firmeza y la autoridad revestida de amor; pues piensa que para educar es necesario saber motivar y para ello se precisa serenidad, afabilidad y delicadeza en el lenguaje.
7.3.1. BASICA
La enseñanza elemental, identificada hasta el umbral de nuestro siglo con la enseñanza popular en cuanto único nivel de enseñanza al que podían acceder gratuitamente también los niños de las clase populares, tiene como su objetivo el guiar a los niños para que lleven una clarificación y un orden inicial a sus experiencias, el formar sus capacidades fundamentales, el facilitarles los instrumentos básicos de la lectura, de la escritura y del cálculo y nociones elementales de historia, geografía y ciencias.
En los cincuenta últimos años se ha afirmado la tendencia a hacer preceder este nivel de enseñanza por un nivel preparatorio, con la difusión consiguiente de instituciones públicas y privadas preescolares (escuelas maternales, guarderías, jardines de la infancia). Esta tendencia, además de los motivos pedagógicos, ha sido inspirada por finalidades de tipo social y por determinadas instancias democráticas.
Al asegurar la frecuencia de un ambiente rico de estímulos formativos y organizado pedagógicamente a todos los niños desde los tres a los seis años, se ha pretendido, de hecho, impedir la consolidación de las desigualdades culturales que provienen de los condicionamientos sociales de partida y también permitir a los más desaventajados, social y culturalmente, afrontar el proceso educativo en un plano de igualdad y con iguales posibilidades de éxito.
Según Traxler, el servicio de orientación en la educación básica debe responder mediante:
1. Mantenimiento y uso de registros acumulados.
2. Establecimiento permanente del contacto con los padres.
3. Desarrollo de técnicas e información de la orientación
para los maestros.
Los objetivos de orientación de la enseñanza básica son:
1. Desarrollar la conciencia y la aceptación del "yo" en cada
educando.
2. Ayudar al estudiante a reconocer que el cambio profesional es algo
continuo y natural.
3. Facilitar la aceptación de la influencia tanto de la familia
como de las amistades a la hora de la elección laboral o profesional.
4. Mostrar al joven el hecho de que el trabajo existe para alcanzar
unos objetivos concretos y así poder cubrir ciertas necesidades.
5. Ayudar a los jóvenes a explorar campos y sectores laborales
y evaluar sus fuerzas e intereses con los que deben desarrollar sus habilidades.
6. Desarrollar diferentes experiencias que representen diversos trabajos.
7. Ayudar a los estudiantes a construir buenos hábitos de trabajo
y a trabajar con todo tipo de personas.
8. Prevenirles de las dificultades a la hora de elegir planes de estudios.
9. Aconsejarles y asistirles en el momento de encontrar trabajo (si
no continúan los estudios) acorde a su verdadera formación.
La enseñanza secundaria tiene la tarea de guiar a los jóvenes a la profundización y al estudio sistemático en que se articula el organismo del saber; aún permaneciendo fundamental el objetivo de facilitar a los jóvenes una base cultural general, sin embargo, en este nivel la enseñanza tiende a organizar todas las materias alrededor de una orientación cultural específica, caracterizándose, según la definición de Sergei Hessen (1887-1950), como cultura general específica.
Por razón de la orientación predominante, la enseñanza secundaria se suele subdividir en clásica, científica, técnica, artística y normal o, según las propuestas más recientes para la reforma de la escuela media-superior, en las articulaciones literaria, científica, social y tecnológica.
7.3.2. UNIVERSITARIA
La enseñanza superior, impartida en las universidades y en los institutos o academias, se propone facilitar a los jóvenes una especialización profesional en un determinado sector de la cultura y encaminar a la investigación científica.
La universidad como centro de enseñanza superior, organizado en facultades, colegios, escuelas, cursos de estudio, exámenes, grados y títulos académicos, es un producto de la civilización medieval; no se enlaza con ninguna tradición clásica, griega y romana; tampoco existe continuidad con las escuelas superiores de Bizancio.
El programa de formación intelectual diseñado por Platón en el libro VII de la República no fue realizado en ningún Estado. Justiniano se limitó a fijar los programas de la facultad jurídica de Berito y a introducir la obligación de la asistencia por parte de los estudiantes.
Con la auténtica Habita de Federico I (1158), fuente de las libertades académicas, los estudiantes extranjeros reunidos en Bolonia eran sustraídos a la jurisdicción de los magistrados locales y sometidos a su elección a la del obispo diocesano o a la de su maestro, con excepción de las causas criminales. El rector gozaba de elevados honores y de poderes de jurisdicción sobre todos los miembros de la universidad.
El desarrollo de la universidad se caracteriza por sus funciones en la sociedad: preparación para el ejercicio de las profesiones, formación humana e investigación científica. A partir del siglo XVI los estudios superiores tienden a utilizar los conocimientos ya adquiridos para introducir mejoras inmediatas en las prestaciones profesionales y en los servicios públicos, más que a incrementar investigaciones teóricas.
La relación entre investigación científica y aplicaciones prácticas varía de un Estado a otro, según las situaciones particulares y las contribuciones originales de cada uno de los autores. El método basado en la experiencia, practicado por los maestros boloñeses desde el siglo XV, llevó a los importantes descubrimientos de los grandes anatomistas de las décadas sucesivas.
Evidentemente y con el correr del tiempo, en los niveles más altos, la enseñanza debe asumir un carácter especializado, al no ser posible a un solo hombre dominar con igual competencia y pericia todas las ramas del saber. Pero la especialización de la enseñanza, sino quiere formar anticipadamente y encerrar al hombre dentro de un espacio cultural limitado que no le permitiría realizar su personalidad en dirección multilateral ni saber orientarse de manera consciente y responsable en la compleja realidad cultural en la que se encuentra insertado, debe empalmarse sobre la base sólida de una enseñanza general y debe mantener abiertos los canales de comunicación entre los diversos sectores especializados moviéndose en la perspectiva de la interdisciplinaridad.
Los objetivos de la orientación universitaria deberían ser:
1. Que los alumnos evalúen sus propias habilidades, autoconocimiento
e intereses.
2. Identificar y demostrar las habilidades para el aprendizaje de tareas
o trabajos.
3. Desarrollar la apreciación de las necesidades de todas las
ocupaciones y su importancia en una sociedad cambiante.
4. Enseñar a aplicar el proceso de toma de decisiones a la identificación
personal en el intento de elección profesional.
5. Desarrollar el conocimiento de la relación entre valores
personales y la influencia de otros valores en la elección personal-profesional.
6. Diseñar una explicación del amplio mundo laboral.
7. Basarse en aptitudes, valores, educación (progresivo conocimiento
de sí mismo), y comprometerse en la relación profesional.
8. Familiarizar al universitario con las oportunidades educativas y
profesionales de la comunidad.
El objetivo de toda educación educadora y orientadora a nivel universitario consiste en fomentar el desarrollo del individuo como ser autónomo, capaz de comprender su entorno, situándose en él y actuando sobre él.
7.4. EL SABER Y LAS MATERIAS ESCOLARES
Intentaremos plantear un interrogante cargado de consecuencias, que afecta a la metodología del saber científico en relación con la enseñanza escolar. Cualquiera sea el motivo programático de la escuela se puede reconocer fácilmente la presencia en ésta de algunas materias de estudio: historia, geografía, matemáticas, biología, informática, diseño, etc.
Una pregunta que la escuela se plantea es la que se refiere al criterio con el que se llevan a cabo ciertas elecciones y, en el ámbito de las elecciones, ciertas preferencias temáticas. Si para algunas escuelas ciertas ciencias parecen responder al criterio de la profesionalidad, y por tanto del uso práctico-operativo de un determinado saber, para otras escuelas (las llamadas humanistas o, más genéricamente, formativas) ¿cuáles son los criterios adoptados?
Un reconocimiento de la historia nos muestra que hasta comienzos de la época moderna o tal vez hasta finales del siglo XVIII, la escuela supo hacer propias las exigencias del saber, según aquella que resultaba ser su natural taxonomía. Esto dependía del convencimiento de que cada una de las ciencias cubría un determinado ámbito del saber, con límites suficientemente trazados, de donde derivaba la lógica de transferir el contenido científico al programa escolar.
La relación ciencia-enseñanza (programada) escolar empezó a hacerse problemática en el momento en que comenzó a surgir la sospecha de que una clasificación del saber no se podía basar en los contenidos (las áreas bien definidas de la realidad: humana, animal, vegetal; orgánica e inorgánica, etc.), que no parece que resulten objetivamente determinables, incluso dan lugar a una multiplicidad de diversos saberes: el cuerpo humano estudiado a nivel anatómico, fisiológico y también químico, biológico, etc. De hecho, cualquier "cosa" se convierte en "objeto" de múltiples ciencias, según los puntos de vista desde los que se la considere.
La única dificultad que aparece en la programación resulta ser la de componer, con las diversas partes, la unidad del todo, y esto tanto en el plano horizontal (clase por clase) como en el plano vertical (primaria, secundaria, universidad, etc.).
Si es verdad que hoy día las nuevas indicaciones de los "currículos" parecen tender a superar las dificultades de concordar el saber científico con la organización de las materias escolares, es también verdad que no parece que la metodología propia de cada ciencia haya llegado todavía a armonizarse con la metodología de la enseñanza escolar.
Por otra parte, es necesario considerar el aspecto metodológico que se enmarca en las características deducidas del estudio de la edad evolutiva y que se refieren de manera particular y predominante a las modalidades del conocer en relación con la edad. En este ámbito, no faltan las múltiples "teorizaciones", que por lo demás parecen concordar en el reconocimiento de que se llega al estadio de pensamiento abstracto y simbólico sólo después de haber pasado por el concreto, más aún, por el práctico-operativo-motorio.
Después de dicha metodología, parece que se pueda derivar una didáctica correspondiente de la lectura y la escritura, por lo que será posible hablar de "naturalidad", de "globalidad", de "análisis" y de "síntesis", aunque no se puede esconder la facilidad con la que (con estos argumentos) se cambia el término "didáctica" por el término "método", y viceversa, creando de esta forma no pocas ambigüedades que se reflejan en el campo práctico de la enseñanza.