9. PRODUCCIÓN CIENTÍFICA ARMONÍA INTELECTUAL

 



 

Escribiendo se aprende a escribir. PROVERBIO LATINO

Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta de aquellos que creas más exteriores y materiales. AMADO NERVO

Después de trabajada intelectualmente la unidad, se podrá:

1. Construir, caracterizar y ejecutar con las propias palabras cada una de las diferentes formas de producción científica.
2. Esclarecer, justificar y establecer las maneras que incrementan el compromiso educativo y creativo.
3. Delimitar, categorizar y efectuar con las propias palabras los rasgos del lider intelectual.

9.1. LOS TEXTOS CIENTÍFICOS

9.1.1. LA EXPOSICIÓN

El vocablo exposición, del latín expositio, es la representación del pensamiento que se hace por escrito a una autoridad. Por medio de la exposición el escritor puede dar a conocer sus experiencias personales, el pensamiento de un científico, los motivos que la guiaron a tomar una decisión, las conclusiones de un congreso, las causas de un proceder, etc.

Exponer y argumentar son las técnicas que emplea con mucha frecuencia un estudiante en sus trabajos escritos o en sus disertaciones orales. Muchos educandos que se han acostumbrado a la repetición memorística de lo que aprenden, encuentran grandes dificultades cuando tienen que exponer un pensamiento personal. Es éste, precisamente, uno de los objetivos de la educación en general.

Son características de la exposición:

1. El ser una técnica que exige obligatoriamente un orden riguroso en la presentación de las ideas.
2. El orden de las ideas debe acomodarse al orden de la exposición.
3. Cada párrafo de trabajo expositivo debe desarrollar adecuadamente una idea diferente, articulada lógicamente con las anteriores y posteriores.
4. La exposición no exige formalmente conclusiones. Estas pueden ir desarrollándose a medida que el expositor vaya dando a conocer su pensamiento.

Ponemos a continuación un ejemplo tomado de la obra de Literatura y Sociedad de Hernando Téllez que plantea un problema social. En la exposición el autor sigue un orden riguroso en cuanto a la exposición de sus ideas, que, por razones didácticas, se han numerado y resaltado en párrafo diferente:

1. Cuando se llega a la temporada de los saludos y de los buenos deseos, la gran temporada del sentimiento doméstico de pascua navideña, parece que una secreta consigna los descartara estratégicamente en ciertas vías centrales de la ciudad.

2. Nadie los ha convocado. Pero ellos parecen ahí, instalados como auténticos reyes miserables en el centro de la palpitación urbana, venidos quién sabe de qué simas del basurero social, de qué interminables noches de lodo y de ventisca, de hambre y de suciedad.

3. El calendario de la cristiandad les da, probablemente, la señal. "Vamos a participar de la fiesta", dice sin decirlo, el ejército de los mendigos y de los lisiados, con sus llagas abiertas al aire libre, con sus muñones de exhibición, con la mirada acuosa de sus ojos ciegos, con la mano temblorosa y exigente, con el ruido cavernoso que se escapa de sus gargantas, inarticulado y confuso, ciertamente anterior a la civilizada conquista de la palabra.

4. La ciudad ha estado incubándolos inmemorialmente en una lenta y porfiada tarea de geología social.

5. Son los desechos, los desperdicios del sistema, la escoria inútil, el material inservible de cuya monstruosa y vergonzosa inferioridad, la sociedad siente, a veces, una sobrecogedora vergüenza, o una súbita indignación o un asco estético o una congoja filantrópica.

6. Las otras innumerables miserias, los otros innumerables dolores que acumula la ciudad, no se muestran tan impúdicamente ni de la manera tan explícita y concreta.

7. Pero esta miseria, esta miseria del mendigo y del inválido, resulta de una soberbia impertinencia en el orden burgués de la sociedad.

8. Esta miseria en harapos, en llagas, en muñones, que se arrastra por la vía pública, que pone un cerco eventual a la indiferencia o a la generosidad del ciudadano, viene acompañando y decorando todo el cuadro histórico del orden social.

9. Veinte siglos de cristianismo la dejan intacta como la dejaron intacta los siglos paganos.

10. Nada prevalece contra ella. Y lo extraño es que no tiene, específicamente, verdadera personería en los astros de la historia.

11. Es una categoría de la podredumbre y del desamparo sociales, señaladas apenas como una excrecencia natural que la sociedad acepta en compensación de un deteriorado orden, de una determinada jerarquía de valores, de un sistema determinado.

El orden, en cuanto a la presentación de las ideas, es:

1. Los mendigos aparecen en las fiestas de Navidad y, sobre todo, en ciertas vías de la ciudad.
2 Provienen del basurero social.
3. Participan en la fiesta navideña con sus características: llagas abiertas, mirada acuosa, mano temblorosa, voz ronca.
4. La ciudad los ha incubado.
5. Los mendigos son los desechos del sistema.
6. Ninguna otra miseria se muestra tan impúdicamente como la mendicidad.
7. La miseria del mendigo resulta de la soberbia del orden burgués de la sociedad.
8. Esta miseria en harapos decora el orden social
9. En veinte siglos de cristianismo está intacta. Siempre ha existido.
10. Nada ni nadie atenta contra ella.
11. La sociedad lo acepta como una compensación.

Ello significa que las monografías que sirven para la programación de los estudiantes universitarios al término de un seminario o como un trabajo bibliográfico, no pueden considerarse verdaderos trabajos de investigación, sino, simples tareas de iniciación en la investigación. Las monografías científicas (en sentido general) constituyen la concreción de un dominio del tema tratado, tal como lo cumplen los investigadores. Entonces las monografías de carácter estudiantil deben tener tres partes: Planificación, realización y evaluación. En cambio las monografías científicas deben conllevar: La introducción, el desarrollo y la conclusión.

9.1.2. LA ARGUMENTACIÓN

El término argumentación procede del latino "argumentare" que significa: sacar en claro, descubrir, probar. En sentido amplio consiste en aducir razones para sustentar una opinión.

La argumentación va unida necesariamente a la exposición. La persona que presenta una idea debe aportar razones para confirmarla o refutarla. Para muchos autores argumentar es sinónimo de disertar. En realidad, el fin que se proponen es el mismo.

Condiciones:

1. Debe comenzar con una exposición.
2. Necesita hacer acopio de argumentos a favor o en contra.
3. Los argumentos deben exponerse en el orden más adecuado para convencer.
4. Usa generalmente los llamados argumentos de autoridad. Es decir, opiniones de otras personas en apoyo de la exposición.
5. Llega lógicamente a unas conclusiones. Por ejemplo el siguiente texto de Gregorio Marañón:

1. El legislador clásico actúa bajo la superstición de que, sin confesión, la condena es arriesgada; y, como todos los dogmas creados sobre la irrealidad, engendra nuevos errores; en este caso, el de admitir, subconscientemente, como confesión lo que, moralmente, no puede serlo.

2. De todas las realidades del delito, la menos importante sicológicamente es la que proporciona la confesión. Mucho más difícil, y ya lo es, el que el hombre valore justamente sus méritos, es el que valore sus culpas. La interpretación del propio pecado está, casi siempre, deformada, ya por el instinto de la exculpación, ya por la preocupación autoacusatoria que en determinadas crisis sicológicas - como las que provocan las drogas - alcanza una violencia suicida.

3. La misma espontánea y absoluta confesión, que es la única válida, la que se realiza por propia decisión y no a instancias de nadie, como la que se hace ante Dios, puede contener esos factores de artificio inevitable que el hombre pone en todo lo que pasa a través del filtro de su objetividad: exceso de culpa o exceso de disculpa.

4. ¿Cómo aceptar, entonces, como buena la confesión arrancada por el dolor o la que surge mezclada con fantasías o con fragmentos de todos los légamos de la subconsciencia durante la excitación de las drogas? Se contesta a esto que, gracias a tales medios, se ha sabido muchas veces quienes eran los cómplices de tal asesino, o dónde se escondía el dinero hurtado. Pero todo esto no es justicia verdadera sino una suerte de justicia menor, de minutísima justicia, cuya trascendencia se hipertrofia y ventea para disimular los inevitables fracasos, que la justicia mejor intencionada sufre cada día, los cuales fracasos casi siempre dimanan de la valoración errónea de la confesión.

En el texto anterior la argumentación se muestra así:

1. Una exposición: "El legislador actúa bajo la superstición de que, sin confesión, la condena es arriesgada".
2. Refuta la idea de que la confesión sea el medio válido para condenar al reo.
3. Proporciona más argumentos en contra de la confesión.
4. Concluye diciendo que un proceder de esta manera, es decir, la justicia que exija la confesión para el reo, ya sea por medios lícitos o ilícitos, es injusta.

Gráficamente el texto se presenta en la siguiente manera:
 

Exposición   -->   Refutación 1   -->   Refutación 2   -->   Conclusión

 

9.1.3. EL RESUMEN

Resumen procede del término latino "resumere". Es reducir a términos breves y precisos, o considerar tan sólo o repetir abreviadamente, lo esencial de un escrito o materia. Un resumen consiste en reducir un texto, de tal manera que sólo contenga cuestiones importantes, las cuales se caracterizarán por: fidelidad en las palabras, puntos importantes adecuadamente destacados y que exista conexión entre ellos.

El procedimiento para realizar un resumen debe considerar:

1° Lectura exploratoria del capítulo o fragmento a estudiar;
2° Lectura pormenorizada hasta su total comprensión sobre párrafos fundamentales;
3° Subrayado de las ideas más importantes;
4° Comprobación de que lo subrayado tiene unidad y sentido;
5° A partir de lo subrayado, escribir las ideas significativas con las propias palabras del autor y procurar que exista ilación en el contenido, para que el tema no pierda su significado.

Condiciones del resumen:

1. Debe ser un esbozo sucinto, pero explícito, del contenido y de las conclusiones del asunto.
2. No debe contener datos que no figuren en el original.
3. Precisa elementos, detalles, adjetivos, fechas del original.
4. Da con exactitud el método empleado y el grado de exactitud de los resultados.
5. Es objetivo. Dice lo que es.
6. Debe redactarse en tercera persona.
7. No lleva citas textuales.
8. No necesariamente debe seguir el orden lógico del autor. A veces es más efectivo seguir el orden del interés.
9. El resumen necesita precisar la idea y no generalizarla. No se dice: "EL doctor Fugimori habló sobre la importancia del campesino en el Perú...". Debe decirse cuál es la importancia que le dio el expositor al campesinado.
10. El resumen no debe informar. Un buen resumen muestra lo que verdaderamente se dijo.
11. Si se trata de una obra, conviene averiguar los capítulos más importantes, o al menos los que interesan, a través del índice.
12. Un buen resumen podría responder a las siguientes preguntas:

Del contenido: ¿Qué? ¿por qué? ¿Cuándo?
De la forma: ¿Cómo? ¿Dónde?
Del autor: ¿Quién?

13. El resumen necesita siempre, antes de redactarse, un cuadro sinóptico a fin de precisar lo esencial y desdeñar lo accesorio.
14. Puede emplear cualquiera de las técnicas del párrafo, considerado como secuencia de varios conjuntos, que ligado, forman toda una estructura coherente y lógica, donde se desenvuelve una idea.

El resumen puede seguir el siguiente orden:

1. Idea
2. Detalles y ampliaciones
3. Argumento a favor o en contra
4. Conclusión

9.1.4. LA SÍNTESIS

Debemos anotar que la síntesis se distingue del resumen, porque al exponer las ideas, éstas se expresarán con las propias palabras del lector o estudiante. Si bien existen muchos puntos de conexión entre el resumen y la síntesis, en cuanto a la forma y a la expresión, son diferentes. Pues en la síntesis se da mayor aportación personal por parte de quien la hace.

Los pasos para elaborar una síntesis son los siguientes:

1° Seguir el mismo proceso que se indicó para el resumen, con excepción del último punto;
2° Expresar las ideas con las propias palabras;
3° Emitir un juicio crítico de lo que se ha leído.

9.1.5. EL CUADRO SINÓPTICO

Ciertamente que para comprender mejor un tema es muy recomendable disponerlo en forma gráfica a fin de precisar las líneas esenciales y lograr una visión general del mismo. Consecuentemente, el cuadrado sinóptico es el medio ideal para ello, porque cada concepto se adapta en relación con los demás, con datos mínimos que son fáciles de captarlos y entenderlos.

Todo cuadro sinóptico se realiza teniendo como base una idea general y haciendo subdivisiones de las ideas de menor importancia, en las que exista una dependencia consecuente; por ello, debe seguirse el procedimiento de subrayado para destacar las ideas fundamentales y las secundarias; así por ejemplo:
 
 

 

 

GENERALES 
(largo plazo)

Objetivos amplios, 
fines y propósitos de la 
educación 
Estudio de la filosofía 
en particular.

OBJETIVOS 

ESPECIALES 
parciales y 
mediano plazo 

Objetivos particulares que 
corresponden al nivel de 
estudios, o al aspecto 
filosófico: Lógica, Ética, 
Epistemología, Ontología, 
Antropología, etc.

 

ESPECÍFICOS 
(concretos y a 
corto plazo) 

Objetivos bien determinados, 
precisos y puntuales. 
Persiguen el logro de las metas 
próximas e inmediatamente 
evaluables.

 

9.1.6. EL ESQUEMA

El esquema, la síntesis y el cuadro sinóptico, constituyen una técnica que facilita el estudio. En el esquema se expresa únicamente lo más importante de un tema; es considerado como el esqueleto de un texto. Para formularlo, debe comprenderse muy bien el tema que se va a esquematizar a fin de plasmar las ideas y datos más representativos.

Los pasos que debe seguir la conformación del esquema son:

1° El material ideal para hacer un esquema es una hoja tamaño carta; con la práctica se podrá escribir un esquema en la mitad de la hoja.
2° Debe contener las ideas más importantes del texto.
3° La presentación de las ideas se hará en forma jerárquica y tendrán la debida relación: Las ideas principales estarán al margen izquierdo, y según la jerarquía hacia el margen derecho.
4° El contenido debe estar muy bien distribuido; los blancos deberán predominar sobre lo escrito.
5° Se utilizará diversos tamaños de letras, según títulos y texto.
6° Debe subrayarse las palabras significativas.
7° El texto empleado se escribirá en frases precisas y claras con lenguaje propio.
8° La letra debe ser legible.
9° Se realzará las ideas mediante el asterisco, el guión y el punto.

La confección del esquema debe mostrar las siguientes características:

a. Proporcionalidad. Manifiesta entre el texto y la hoja en que se redacta. El texto debe destacar sobre el papel.
b. Las ideas esenciales deben captarse a primera vista, por lo que deben ser precisas y breves para captarlas de inmediato.
c. El lenguaje y la expresión debe ser propio.
d. El contenido debe expresar las ideas más importantes del texto.
e. La estructura debe mostrar la verdadera relación entre las partes.
f. Debe ser sistemática, arrancando la mayor importancia de la izquierda hacia la derecha.
g. Los enunciados deben responder a las categorías que expone el autor.
h. Los elementos de realce deben ser el asterisco, el guión y el punto.
i. La presentación debe darse en caligrafía y legibilidad excelentes.

9.1.7. EL INFORME

El vocablo "informe" procede del latín informatio; es la información o instrucción que se da de un negocio o suceso, o bien acerca de una persona. El informe contiene, con frecuencia, la interpretación del emisor, así como sus conclusiones y recomendaciones.

Condiciones del informe:

1. Sobriedad.
2. Brevedad. Esto significa que se deben evitar las frases largas.
3. Objetividad. El informador debe ser fiel a todos los hechos.
4. Imparcial. El informador debe evitar su posición personal.
5. Orden. Es necesario dividir el informe en partes, sobre todo cuando es muy extenso.
6. Claridad. En todo momento, un informe debe ser convincente en el sentido de su objetividad, máxime cuando se trata de datos estadísticos, números, etc., los cuales son o pueden ser datos de máxima importancia para los informados.

Como ejemplo podemos transcribir el informe del II congreso Internacional para la Enseñanza del Español.

"En cada una de las cinco comisiones, en las que voluntariamente se inscribían los asistentes, se organizó un orden del día para escuchar y discutir las ponencias que los participantes enviaron con anterioridad o llevaron personalmente. De allí salían las conclusiones que se iban llevando, no ya para su discusión, sino para información, a las sesiones plenarias. El sistema no dejó de producir algunas dificultades que habría que achacar al espíritu crítico de nuestros docentes y al parlamentarismo a que muchos de ellos están acostumbrados. También los hispánicos como en la paradoja de Shaw, se hallan a veces distanciados por la lengua común.

... Digamos finalmente que la prensa y la televisión españolas, con gran sentido de la actualidad cultural, estuvieron informando a diario sobre lo que acontecía en el Palacio de las Exposiciones y Congresos y que el público culto de la capital española siguió paso a paso las labores de esa reunión a la que se atribuía con razón un claro sello de hispanidad bien entendida".

Los elementos del informe son:

- El informante, o persona o entidad que elabora el informe.
- El propósito, es el mensaje u objetivo de la información.
- El medio, es la forma del mensaje: oral o escrito.
- El destinatario, es la persona a quien va dirigido el informe.

9.1.8. EL ARTICULO CIENTÍFICO

La Academia de la lengua define la expresión artículo científico como "una de las partes en que suelen dividirse los escritos". El artículo científico se usa para resumir una tesis, para compendiar un trabajo de grado o para enviar trabajos a publicaciones científicas.

La redacción es diversa según se trate de presentar el trabajo en forma de artículo para una revista, o en forma de libro. Por ello debemos distinguir dos partes en esta presentación: redacción de un artículo y redacción de un libro.

Redacción de un artículo: Los artículos generalmente se publican en revistas, periódicos de difusión, gacetas, etc. Por ello se debe considerar el contenido y la redacción.

a. Qué es un artículo: Son pequeños estudios, en los que se trata de una cuestión verdaderamente científica, pero que no da materia para un libro.

Los artículos son la sección principal de las revistas. Es donde propiamente se expone y se resuelve una cuestión científica, resumiendo la solución en conclusiones breves y claras.

b. Ocasión para un artículo: Pueden ofrecerse muy diversas:

1° Al estudiar o al explicar alguna materia pueden salir al paso algunos puntos que no estén tratados, o a lo menos no con la profundidad requerida, o si están tratados ampliamente por otros, nos ocurre sobre ellos una nueva solución.

2° Otras veces será proponer de una manera nueva una cuestión ya conocida; pero que por su extensión no da materia para un libro; o si la da, nos parece mejor, antes de exponerla definitivamente en un libro, darla a conocer al público intelectual y perito en la materia, para sondear su opinión, que nos oriente en la solución definitiva.

3° Otras veces escribiremos un artículo, porque no tenemos suficientemente preparado lo que habría de ser materia de un libro y lanzamos de antemano alguna parte de él.

4° A veces, al ir preparando el libro, nos salen al paso cosas secundarias, que no tienen cabida en él, a no ser en referencias brevísimas; estas materias pueden desarrollarse debidamente en un artículo, al cual podamos referirnos en el libro.

5° Finalmente, nos impulsará a escribir un artículo la aparición de algún error, o alguna disputa que se origine entre los doctos. En un artículo podrá refutarse convenientemente el error o resolverse la disputa, o poner al público selecto en autos sobre la controversia de una manera científica, sobre sus diversas opiniones, y las diversas soluciones, haciendo la crítica de sus argumentos.

Sin embargo, no debemos dejarnos llevar del prurito de terciar en toda disputa; cuando lo hagamos ha de ser con verdadera utilidad, de lo contrario, sólo se conseguirá multiplicar los pareceres hasta lo infinito y complicar más las materias.

c. Manera cómo escribir artículos: Indiquemos algunas sugerencias prácticas:

1° Tener siempre presente a los lectores a quienes nos dirigimos; esto nos costará por naturaleza de la revista en que ha de publicarse (de divulgación, media, científica, etc.). Tanto la materia escogida como la manera de desarrollarla debe responder al fin y a la índole de la revista. Pues, no deben publicarse artículos técnicos especiales en una revista de alta vulgarización; esos artículos cansarían a los lectores, mejor dicho, no se leerían; y si alguno los lee, posiblemente no los entienda. Por lo tanto, publicar dichos artículos en esa clase de revistas es perder el tiempo. Al contrario, publicar artículos de simple vulgarización en revistas especializadas de investigación, además del descrédito para la revista, se desacredita el mismo autor, a quien los lectores conceptuarán como de poca altura intelectual.

Hay también algunos artículos de moral, de filosofía, etc. que sólo pueden tratarse entre un público especialista, capacitado para discutirlos y entenderlos; en cambio, llevar esas materias a otros sectores sería una falta notable de prudencia, pues ese público no reportaría ningún beneficio, y sufriría en cambio graves perjuicios, y tal vez escándalo.

2° Los artículos no deben dividirse demasiado. Cuando sea necesario la división ésta debe hacerse por las partes lógicas del estudio, de manera que cada parte ofrezca un estudio completo y al menos el subtítulo debería ser diverso.

Cuando los artículos se dividen demasiado, el lector no cae perfectamente en la cuenta de lo tratado en ellos, si no es volviendo a leer lo anterior, con pérdida de tiempo. Por eso, de ordinario la lectura de los artículos en que se pone al fin "continuará", suele dejarse para cuando aparezca "conclusión", y por esto muchas veces ya no se leen.

3° Los artículos deben componerse de una manera orgánica; de suerte que tengan una especie de introducción, en la que se presente la materia; un cuerpo del artículo, donde se exponga y pruebe; y una conclusión, donde se resuma brevemente lo expuesto.

Es necesario evitar las digresiones largas, reservándolas, si son necesarias, para notas publicadas aparte, o para algún apéndice. De la misma manera, se debe omitir las explicaciones inútiles para los lectores a quienes se destina el artículo; al contrario deben ponerse aquellas, sin las cuales la lectura del artículo resultaría difícil.

4° El título debe responder de la manera más adecuada al contenido de él.

5° Las cualidades literarias, que deben reinar en todo escrito científico son: claridad, precisión, sobriedad, discreta elegancia y un amor apasionado por la verdad, que nos llevará a ser completamente sinceros, despojándonos de todo apriorismo y de todo partidismo; que se vea que buscamos sincera y únicamente la verdad. Por supuesto que el estilo siempre ha de ser digno, aún cuando se trate de artículos polémicos, evitando siempre toda descortesía, aire de suficiencia, soberbia, que a todo lector educado tan desfavorablemente impresiona.

6° En cuanto a la presentación tipográfica debemos acomodarnos a la costumbre de la revista en que haya de publicarse, cuanto a los tipos de letra, manera de poner las citas, resúmenes, encabezamientos, etc.

Siempre uno mismo debe corregir las pruebas, si no se desea que salgan errores, aún notables; no permitamos que otros cambien en ellos cosa alguna, a no ser que se trate de verdaderos y manifiestos errores tipográficos.

Condiciones de un artículo científico:

1. Ha de ser ágil e impresionable.
2. Necesita que sea interesante desde las primeras líneas.
3. Es importantísimo que sea novedoso. Nadie lee lo que ya conoce.
4. Que tenga peso y densidad. Es decir que su contenido sea realmente académico.

Todo artículo debe constar de las siguientes partes:

1. Introducción, o sea la presentación del problema.
2. Definición de términos, y definición de variables, objetivos e hipótesis.
3. El asunto, es decir, el texto del artículo.
4. Conclusiones. Es la respuesta encontrada al problema planteado en la introducción.
5. Referencias. Comprende la lista de las fuentes bibliográficas consultadas.
6. Apéndice.

Clases de artículos:

1. Artículos teóricos. Presentan un conocimiento especulativo con independencia de toda aplicación. Además, se puede exponer una serie de hipótesis cuyas consecuencias se aplican a toda la ciencia o a una parte muy importante de la misma.
2. Artículos de revisión. Someten un trabajo, una tesis, etc., a un nuevo examen objetivo, serio, científico, a fin de enmendar, corregir, reparar o aumentar los conocimientos que sobre el particular se haya alcanzado.
3. Artículos de observación. En ellos se informa, en base a un examen atento, la observación de un fenómeno o la contemplación, con o sin ayuda de instrumentos, de la realidad.
4. Artículos experimentales. Son llamados también "memorias científicas". Presentan los resultados de las operaciones destinadas a comprobar o demostrar fenómenos o principios científicos.
5. Artículos correlacionales. Presentan trabajos de analogía o relación recíproca entre dos o más ciencias.
6. Artículos didácticos. Son artículos propios para instruir.

9.1.9. LA DEFINICIÓN

El término definición proviene del latín definitio. Es la oración que explica, sucintamente, la naturaleza de una cosa o la significación de un término, según afirma Aristóteles. La definición consta de dos partes: el género próximo y la diferencia específica. El primero muestra lo que hay de común entre la cosa y las otras realidades. Y el segundo explica lo que no es común entre la cosa y las demás.

Entre las principales clases de definición podemos enunciar:

1. La nominal: explica la significación de un término. Por ejemplo, geografía viene del griego tierra, y escritura. La definición nominal puede ser:

a. Etimológica: cuando define la procedencia lingüística de un término. Por ejemplo, hemólisis, palabra que viene del griego sangre y destrucción.
b. Explicativa: aclara un término menos conocido con otros términos más conocidos. Por ejemplo, "tozudo es un hombre duro de carácter".

2. Real: es la definición que nos da a conocer la naturaleza de las cosas, o sea, dice lo que es el objeto. Por ejemplo, "el agua es la combinación de dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno".

3. Descriptiva: es la definición que expresa al objeto no por su esencia, sino por aquellas propiedades que se derivan de su esencia, las cuales lo distinguen de los demás. Por ejemplo, "el hombre es un ser risible".

La definición descriptiva puede ser extrínseca, o definición que manifiesta la esencia del objeto por sus principios extrínsecos, es decir, su causa eficiente y su causa final. Por ejemplo, "el reloj es un instrumento elaborado para marcar las horas". Puede ser también genética, o definición que explica el modo según el cual el efecto se produce por la causa eficiente. Por ejemplo, "la línea recta es una secuencia de puntos".

La definición exige las siguientes condiciones:

1. Debe ser convertible, es decir, entre lo definido y la definición es necesaria una equivalencia.
2. Lo definido debe entrar en la definición, es decir, no puede representar circularidad. No se podría decir, por ejemplo, "adjetivo es aquello que adjetiva".
3. La definición debe ser más clara que lo definido. Por ejemplo, "adjetivo es una palabra que califica al sustantivo".
4. La definición no debe abarcar más, o menos, que lo definido. Si se amplía la definición se podría caer en el error de inventar. Si se menoscaba el contenido, la definición quedaría ambigua e incompleta.

9.1.10. LA MONOGRAFÍA

La Real Academia entiende la monografía como la "descripción o tratado especial de determinada parte de una ciencia, o de algún asunto en particular". En sentido general es el trabajo o artículo científico que presenta un alumno para optar un título de licenciado en algunos centros de profesionalización.

Muchas veces se solicita a los estudiantes que preparen por escrito un trabajo de investigación sobre un determinado tema; pero la gran mayoría de estudiantes no tienen noción clara, ni menos están preparados en cuanto a la forma de realizar tal trabajo de tipo monográfico. Por tanto, es conveniente precisar que la monografía no tiene algunas de las partes que constituyen un libro como son: dedicatoria, prólogo y declaración de siglas.

Consecuentemente, la organización y presentación de una monografía tiene las siguientes peculiaridades:

1° Portada: Ella incluye el título del trabajo, la materia o temática, el nombre del autor, fecha de presentación y nombre del profesor o asesor coordinador.
2° Índice: Este se enuncia al comienzo y debe integrar todas las secciones en las que el trabajo esté dividido.
3° Introducción: Incluye la exposición de motivos por los cuales se eligió el tema y la metodología seguida.
4° Desarrollo: Contiene la exposición, análisis y defensa de los planteamientos formulados. Incluye tres partes: planificación, ejecución y evaluación.
5° Conclusión: Es la síntesis de lo que describió o demostró.

Generalmente se recomienda que la monografía se presente en forma mecanografiada, a doble espacio y escrita sólo en una cara de la hoja. Y para concretar y tener claridad respecto del tema debe consultarse los manuales científicos, las enciclopedias (particularmente las temáticas por incluir trabajos desarrollados por especialistas) y examinar detenidamente las monografías o libros concretos sobre el tema.

Por ello, bibliográficamente se recomienda:

1) Pedir asesoría al profesor o al tutor académico.
2) Consultar manuales, enciclopedias, monografías referidas al tema, motivo del trabajo monográfico.
3) Revisar ficheros bibliográficos en las diferentes bibliotecas.
4) Consultar aquellos libros que contienen citas de las ediciones críticas de las obras de un determinado autor.
5) Chequear las bibliografías nacionales o las bibliografías de bibliografías; pues son publicaciones que facilitan información sobre libros en los diferentes campos de la ciencia.
6) Consultar los extractos o resúmenes de artículos de revistas o de trabajos específicos.
7) Revisar las diferentes obras para encontrar todo lo relacionado con el tema que se ha escogido.
8) Para tener un trabajo secuenciado, es indispensable redactar fichas bibliográficas, dado que la memoria es frágil.

Por todo lo indicado, es recomendable que al iniciar la redacción de cualquier escrito, tengas muy presente lo siguiente: lo que sea producto de tu reflexión, viértelo en palabras; pero con claridad y como si tú estuvieras hablando. La monografía no debe trabajarse con prisa y a última hora, por lo que es recomendable también que medites y madures lo que vas a expresar. Así la monografía es el resultado de una actitud de reflexión y de meditación que posibilita mayor precisión de cuanto se ha de expresar.

9.1.11. LA TESIS

La palabra tesis proviene del griego  tesis. Es la conclusión que se obtiene después de una serie de estudios, comprobaciones, análisis, razonamientos, para demostrar una hipótesis. En sentido general es la disertación escrita que presenta el egresado de una universidad o centro superior de estudios para optar un grado académico sea de bachiller o de doctor.

El término lo encontramos en los textos lógicos aristotélicos, en los cuales aparece con dos significados principales, es decir: 1) para designar lo que al inicio de una discusión el interlocutor presenta como asunción propia (Tópicos); 2) para designar la proposición considerada como principio propio (Segundos Analíticos).

En el campo de la investigación se designa con el término tesis el trabajo de investigación para optar un grado académico o simplemente para demostrar los logros alcanzados en una investigación científica. En tal sentido el trabajo incluye los siguientes pasos:

1. Tesis, es decir, la hipótesis como respuesta comprobada o demostrada o solución presentada al problema que se formuló al iniciar la investigación.

2. Los procedimientos de investigación empleados en el estudio, el método de manipulación de las variables dependiente e independiente si el estudio adoptó la forma de un experimento, la naturaleza de la muestra, las técnicas de recogida de datos, el método de análisis estadístico. Si el trabajo fuera una investigación de carácter documentario, es necesario presentar los argumentos y las fuentes documentarias que acreditan los razonamientos mediante los cuales se establece que se ha demostrado la hipótesis como conclusión y tesis fundada.

3. Los resultados alcanzados.

4. Las implicaciones obtenidas a partir de los resultados.

9.1.12. PUBLICACIÓN DE LIBROS

La redacción de un libro es resultado del trabajo científico de gran envergadura y de influjo más durable. Por ello se dice que el libro es el material de aprendizaje más importante y valioso.

a. Clases de libros: Hay libros de varias clases: de texto, de vulgarización, libros de investigación científica.

1° Libros de texto: Están destinados a la enseñanza de una disciplina. En ellos, las cualidades principales son: claridad, exactitud, relativa brevedad, acertada distinción de tipos de letra, que ayude a distinguir lo principal de lo más secundario. No se exige en ellos originalidad.
2° Libros de vulgarización: No exigen aparato técnico especial, tratan de exponer al público culto una cuestión determinada, sus conclusiones y sus controversias. Tampoco es necesaria en ellos la originalidad; pero sí una exposición completa y bien razonada de la materia; que den lo último que se sabe en aquella cuestión, en un estilo digno y elegante y bien trabajado, con selecta bibliografía. Existen varias colecciones de publicaciones de esta clase.
3° Libros de investigación científica: Los hay de distintos caracteres: unos son más bien sintéticos y un tanto generales; otros más bien monográficos. Lo más ordinario es que sean de carácter monográfico.

b. Ventaja del libro sobre el artículo: El libro tiene sobre el artículo manifiestas ventajas:

1° Puede tratar más ampliamente una cuestión, estudiándola con más competencia y profundidad.
2° Forma un todo independiente, por lo tanto de más fácil adquisición y de reproducción más sencilla; los artículos van con la colección de la revista.
3° Su influjo es más durable, pues el artículo de revista es más circunstancial; las revistas son de más difícil manejo, si no se poseen buenos índices de materias, difíciles de hacer dado el tiempo que para ello se requiere.

De ahí la costumbre bastante universal de reunir en un libro los artículos publicados en una revista.

c. Al considerar los motivos para escribir un libro, debemos considerar dos aspectos:

1° Si es de vulgarización científica, puede ser: que sea asequible al público culto una materia interesante, de actualidad; una mejor adaptación de una cuestión a la índole y a las necesidades del público a que se destina.
2° Si es de investigación: Se requiere una razón proporcionada, mayor aún que para escribir un artículo; siempre ha de contribuir, más aún que los artículos, al progreso de la ciencia; por lo tanto no basta un ligero cambio de un libro ya existente poco conocido, y que se presente como cosa nueva. Eso basta para un libro de vulgarización, pero no para uno de investigación.

d. En la elaboración del libro, el valor de la obra depende esencialmente del acertado uso de sus fuentes, de la mayor o menor perspicacia del ingenio de su autor, de sus dotes literarias y de la conveniente exposición de la materia.

No nos vamos a ocupar de los tres primeros elementos, que caen fuera del campo de la metodología; solamente diremos algo de la exposición de la materia, referido a su forma interna y a su presentación externa metodológica.

A. FORMA INTERNA

Se entiende por forma interna, la adecuada organización del trabajo de tal manera que a lo largo del texto haya orden, luz y uniformidad. Para esto ha de elegirse aquel orden que más ayude a que la exposición sea entendida por el lector más fácilmente y con menor esfuerzo, y a la vez se le haga más amena. Con este fin:

1) Debe evitarse las repeticiones: No se debe tratar las mismas cosas en diversos sitios.

2) No se debe presuponer cosas aún no tratadas. La materia debe exponerse con el mismo orden con que se ofrece a la mente del investigador; orden que no debe establecerse de antemano, sino después de un examen y estudio atento y minucioso. La adecuada división de una obra es su mejor recomendación.

3) En las divisiones principales del libro hay que evitar los extremos:

a) No deben ser excesivas, que dificultan su enunciado y su cita, y más que aclarar, obscurecen; ni tampoco demasiado pocas.
b) Las divisiones generales que pueden adoptarse, según lo exija la materia, son las siguientes: tratados, libros, partes, secciones, capítulos, artículos, párrafos, números, letras… , siendo cada miembro posterior a una subdivisión del anterior, siempre procediendo de lo más general a lo más particular; nunca debe ponerse una división superior, si no hay subdivisiones correspondientes. En cuanto se pueda, debe conservarse cierta proporción entre las diversas partes y capítulos de la obra.
c) Cuando hay varias partes o secciones, la numeración de los capítulos puede hacerse: o toda seguida desde el comienzo al fin de la obra, o comenzando la numeración para cada parte o sección.

4) Toda afirmación debe ir apoyada en las razones o documentos convincentes que demuestren su legitimidad.

Cuando a un autor se le atribuye una obra debe citarse el pasaje donde la expone; si se da una interpretación determinada a sus palabras, distinta de la comúnmente admitida, debe probarse por el texto, por el contexto o por otros pasajes del mismo autor, que ciertamente tiene ese significado.

Cuando se proponga una interpretación como hipótesis debe hacerse notar esto, lo mismo que las razones en que se basa. En los mismos argumentos debe indicarse con claridad cuáles son probativos, cuáles solamente suasivos o confirmativos, supuesta la materia probada. Los más fuertes no deben mezclarse con los débiles, sino observar cierta graduación.

5) La numeración marginal suele ayudar mucho a la claridad, sobre todo suele ser muy útil para hacer las citas y para verificarlas pronto, cuando los números son más cortos que las páginas. Tiene también la ventaja de que pueden quedar invariables en sucesivas ediciones de la obra, repitiendo algunos números si se añade algo, o juntándolos si se abrevian. En las obras de texto tienen especial utilidad.

B. FORMA LITERARIA

El estilo científico debe tener las siguientes cualidades:

1) Verdad: Nunca las opiniones y los prejuicios de un autor han de herir los sagrados derechos de la verdad. Todo escrito científico ha de dar, desde el primer momento, la sensación de sinceridad.

2) Claridad: Es la principal cualidad de todo escrito. Esta se obtiene con la claridad en el pensamiento, y con la claridad en la exposición. Ella ayuda a dar preferencia a lo concreto y particular sobre lo abstracto y universal.

3) Sencillez elegante: No son propios de un estilo científico los adornos y maneras de decir de una obra literaria u oratoria. Pero esta sencillez no está reñida con la elegancia; el estilo no ha de ser desaliñado ni inculto; sino bien arreglado, trabajado, correcto, pero sin afeites, ni colorines.

4) Concisión: Es conciso el estilo cuando en poco espacio se dicen muchas cosas, sin dejar nada sustancial del material reunido. Pero la concisión no debe ser tal que resulte la obra obscura, aún para aquellos a quienes se dirige. Hay que tener presente que muchas cosas que parecen ya vulgares a quien lleva mucho tiempo familiarizado con la materia, tal vez no lo sean para los lectores aún entendidos, pero no especialistas.

5) Propiedad: Consiste en dar a las palabras el significado que realmente tienen en la lengua en que se escribe; no inventando palabras sin verdadera necesidad, ni cambiando el significado de las usadas, para evitar toda confusión. Cuando se escribe en castellano, al reflejar el pensamiento de filósofos alemanes, franceses, griegos, etc., hay el peligro de usar palabras o giros no castellanos, sino latinismos, grecismos, germanismos o galicismos, etc., como si no tuviese la lengua castellana manera de expresar con propiedad aquellas ideas con palabras propias. Esto se debe al desconocimiento de la lengua. Si no basta una sola palabra úsense dos; pero que la dicción y el giro sean siempre castellanos.

6) Virilidad y Robustez: Resultan estas virtudes de la riqueza de conceptos y de la densidad en el estilo, evitando toda palabrería, e ideas ajenas a la materia.

C. PARTES ACCESORIAS DEL LIBRO

Además de las partes principales o substanciales antes indicadas: tratados, libros, partes, etc., el libro, para ser perfecto, debe contener otros elementos accesorios, que le avaloran grandemente. Conviene conocerlos y la manera de realizarlos.

Las partes secundarias o accesorias son: cubierta, portadilla, portada, dedicatoria, prólogo, diversos índices: de siglas, analítico, bibliográfico, alfabético de materias, de autores citados, de lugares, de erratas, etc. Detengámonos en algunos:

1) Cubierta: Es la hoja de papel fuerte que envuelve el libro, cuando está en rústica.

Para la anotación bibliográfica ni el nombre del autor, ni el título de la obra deben tomarse de la cubierta, pues el impresor y el editor vienen tradicionalmente abreviando uno y otro en ella para hacer más artística y ligera la presentación del libro, más grandes los tipos y más fácilmente legibles a distancia, conforme a las exigencias de los escaparates donde se exponen los libros.

En general, la cubierta resulta más artística cuanto más sencilla sea. En ella no debería constar más que el nombre del autor en la parte superior y el título abreviado en caracteres regularmente grandes y artísticos.

2) Portadilla: Se llama así a una hoja que viene después de la cubierta o de algunas en blanco (llamadas de respeto), en la cual se imprime exclusivamente el título de la obra, muchas veces abreviado, en caracteres más pequeños que los del título de la cubierta. En obras de colecciones suelen escribirse en esta hoja el título de la serie o colección, no el del volumen a que corresponde, y al dorso el detalle de la misma.

3) Portada: La hoja siguiente que viene después se llama portada, o sea la primera plana de los libros impresos, en que se pone el título del libro, el nombre del autor, la editorial, la ciudad donde se encuentra y el año de impresión. En esta se deben escribir todos los datos interesantes del libro con toda precisión:

a) Autor: (con títulos, méritos, cargos, profesión, etc., que acrediten su preparación).

b) Título de la obra y subtítulo: si se necesita. El título debe ser preciso, claro y breve, para que sea fácil su cita, de suerte que, si hace falta para mayor claridad, se añade un subtítulo que lo indique; debe responder exactamente al contenido del libro, sin prometer más de lo que contenga (a esto fácilmente faltan los editores, para que el libro sirva de reclamo).

c) Edición: El nombre del editor y su dirección, o el de la exclusiva de venta; año de la impresión, éste debe ser el año en que realmente se imprime el libro.

En el reverso de la portada, al final, suele ponerse, con muy buen acuerdo, el nombre del impresor y el año.

4) Licencias y propiedad intelectual: Cuando el libro necesita licencia eclesiástica (en el caso de religiosos), se pone ésta en el dorso de la portada, haciendo constar el Nihil obstat, el censor eclesiástico, o el dispositivo que autoriza su publicación legal y los derechos de autor.

5) Dedicatoria: Es una expresión de homenaje por parte del autor a otra persona. Ni mejora ni desmejora el trabajo. Es completamente libre de ponerla o no. Caso de ponerla, debe ser breve, a ser posible con frases lapidarias. Se suele imprimir en la página que precede al prólogo, o introducción.

6) Prólogo (proemio, prefacio, al lector...): Son las palabras antepuestas al cuerpo de la obra en un escrito cualquiera, para dar noticia al lector del fin de la misma, o para hacerle alguna advertencia. Es, pues, una presentación de la obra.

El prólogo es de carácter personal; en él debe indicar el autor el fin que ha tenido al escribir el libro, la ocasión y las circunstancias para ello; a qué lectores va dirigido; todo lo que pueda ayudar para que el lector entienda mejor su índole; puede también alegar las excusas que tenga, si no ha podido terminar la investigación; finalmente dar las gracias a los que de una u otra manera le hayan ayudado. Todo ello dicho con la mayor brevedad y claridad posible.

A veces el prólogo no es del autor, sino de otra persona extraña, conocida en el terreno a que pertenece el libro, y sirve de presentación y de elogio del autor y de la obra que ofrece.

7) Introducción: No debe confundirse con el prólogo; éste es siempre necesario, la introducción, no. La introducción da cuenta de todo aquello que debe presuponerse objetivamente para la recta inteligencia de la cuestión, expuesta en el libro. En ella se indica cómo se entendía antes, cómo se entiende hoy; cuál es el origen del problema, cuáles sus elementos; cómo se une con cuestiones afines y cómo se distingue de ellas; de qué se va a tratar propiamente en el libro, qué es lo que se va a omitir, o se supone tratado; suelen indicarse también las fuentes y el método empleado, haciendo resaltar lo que en él haya de nuevo.

Es muy provechoso hacer en la introducción una crítica de los trabajos anteriores, notando qué es lo que se puede retener de ellos; en qué puntos se ha avanzado en la investigación, etc.

En general, se debe poner en la introducción todo aquello que recibimos de otros, y que se presupone en nuestro trabajo científico. En ella no deben multiplicarse las citas; de ordinario bastará remitir a una obra verdaderamente científica.

La redacción de la introducción, lo mismo que la del prólogo, de ordinario no deberá hacerse hasta después de haber terminado el trabajo.

8) Cuerpo de la obra: A la introducción sigue el cuerpo de la obra, o sea, lo que constituye propiamente el libro, con las divisiones antes indicadas, según lo pida la materia: tratados, libros, partes, secciones, etc.

9) Epílogo o conclusión: Como lo indica su nombre, es un resumen del estudio, en el que se enumeran en forma breve las conclusiones que se deducen del trabajo. Puede también señalarse los corolarios que se deducen para cuestiones afines, e indicarse las diferencias entre las conclusiones propias y las de otros autores.

10) Índices diversos: Los índices son ciertamente algo accidental en una obra, pero pasan a convertirse casi en sustancial; son los que dan la perfección total a un trabajo; una obra sin estos índices nunca será perfecta. Ayudan extraordinariamente al lector; y de ellos dependerá muchas veces el que una obra sea manejada o no.

9.1.13. RECENSIÓN

La recensión de una obra consiste en el resumen del trabajo científico y en el juicio crítico sobre el mismo. El fin principal de una recensión es servir a la verdad y a la ciencia, juzgando, después de un serio examen, el mérito o demérito del trabajo de otro, de las virtudes y defectos de la obra.

La importancia de las recensiones es grande; de ahí la necesidad de hacerlas bien. Una recensión bien hecha, con objetividad, es guía y maestra de verdad, puesto que aquellos que no pueden por sí mismos valorar una obra, admiten el juicio dado por el recensente. Si éste no se conforma con la verdad, y con el mérito del trabajo es causa propagadora de errores entre muchas personas, de pérdida de tiempo y de gastos inútiles.

Para realizar una buena recensión se necesita en el que ha de hacerla:

1) Pleno conocimiento del trabajo que va a enjuiciar. No basta la lectura de uno o varios capítulos a no ser que se limite el juicio a ellos solamente. Con especial cuidado debe leerse el prefacio, porque en él manifiesta el autor el fin que ha tenido al escribir el libro, y la limitación del campo de su estudio, circunstancia ésta de gran importancia para que el juicio sea objetivo.

2) Competencia en la materia. No basta una erudición ordinaria, para poder juzgar cuestiones especiales, sino que se requieren conocimientos especiales en esta materia, y de manera especial en la bibliografía. Cuando uno no tiene estos conocimientos debe contentarse con una simple relación, sin crítica.

3) Juicio crítico. Para saber distinguir fácilmente el trigo de la paja, lo sustancial de lo accidental, y formar un juicio objetivo del valor del trabajo.

4) Independencia de juicio. Pretendiendo solamente servir a la verdad y a la ciencia; sin dejarse llevar de prejuicios, de aficiones personales, de fobias, ni de filias; de amistades, de opiniones de otros, ni del respeto humano. Lo digno de alabarse, se debe alabar; y lo vituperable, se debe vituperar.

5) Urbanidad. Si en el trato con los demás siempre se deben observar reglas de urbanidad, debe ponerse más empeño aún en el trato público, y mayor aún cuando se hace por escrito.

La recensión, para ser tal, debe tener las siguientes cualidades:

1) Verdadera: Lo que diga el recensente debe adecuarse a la verdad; especialmente cuando se vitupera algo. En ese caso deben releerse con cuidado los pasajes censurables, para no atribuir al autor doctrinas o defectos que no tiene. Los textos deben examinarse en su contexto; y, si aún quedan dudas, se deben comparar con otros textos paralelos del mismo autor. Es contraria a la verdad toda exageración, tanto alabando, como censurando.

2) Justa: Puede ser verdad todo lo que dice el recensente, sin que el juicio sea justo; por ejemplo, si sólo da cuenta de lo vituperable, sin decir nada de lo bueno, o al contrario. En la crítica justa se deben anotar objetivamente los defectos y las virtudes de la obra teniendo siempre presente el fin que el autor se ha propuesto, y fijándose en toda la obra. No se debe dar el juicio sólo por la impresión que a uno le ha causado por una ligera lectura; ni fijándose solamente en una cosa tal vez secundaria en la obra; ni dejándose llevar de partidismos o de prejuicios de escuela. La justicia pide que se reconozcan los méritos existentes, lo mismo que los defectos y ambos sopesen y presenten con entera imparcialidad.

3) Clara: De suerte que el lector, sin dificultad, se forme idea del valor del libro. Los juicios en los que no se ve la mente del recensente van contra el fin de la recensión, que es el informar a los lectores no sólo sobre la materia, sino también sobre el valor positivo o negativo del libro. Para no hacer una crítica clara de la obra, es mejor no publicar nada.

4) Benévola: Con tal que nunca vaya contra la verdad y la justicia. Siempre que se pueda debe interpretarse benignamente al autor; en caso de duda se debe buscar su solución bien a la luz de otros pasajes, bien preguntando al mismo autor. No quiere decir esto que nunca pueda darse una crítica severa en el fondo, cuando el libro la pida, sobre todo si se ve al autor apasionado, o con mala intención, o que la obra pueda hacer daño positivo.

5) Instructiva: Para el autor y para los lectores; el autor se anima al ver reconocido su mérito, y aprende lo que debe corregir en otros trabajos, o en otras ediciones. Los lectores conocen así la sustancia de la cuestión y los principales argumentos en pro o en contra, su fuerza probativa y las conclusiones a que ha llegado el autor, después de mucho estudio y trabajo.

Para hacer la recensión se sugiere las siguientes normas prácticas:

1) Se empieza por leer seria y atentamente la obra; si uno se ve incompetente para juzgar, debe abstenerse de dar su juicio, a lo más, contentarse con una relación.

2) Si ve que puede dar el juicio de la obra, debe anotar lo laudable y lo repudiable en hojas separadas, indicando bien las páginas en que cada cosa se encuentra. Puede anotar por separado, por ejemplo, lo referente al estilo, a la disposición, al lenguaje, a la forma interna, a los argumentos, a la manera de proceder, los errores, y especialmente las conclusiones para dar sobre ellas un juicio claro y cierto.

Este examen debe extenderse por lo menos a las partes principales de la obra. Si el libro trata de materias diversas, el juicio crítico, después de la relación de toda la obra, puede limitarse a las cuestiones más afines a los estudios propios. En este caso debe advertirse expresamente, para no extender un juicio parcial a toda la obra.

3) La redacción de los materiales recogidos debe constar de tres partes: descripción, exposición o análisis y juicio crítico.

En la descripción se da noticia del autor (nombre, apellido, estado), título de la obra, lugar, editor, año, edición, páginas de que consta; formato, precio. Luego puede indicarse la formación del autor, su competencia, experiencia, actividad literaria, personalidad. En esta parte se indica también el fin del autor al escribir la obra, el estilo de la exposición; lengua; a quién va dedicada; la división y disposición de la materia. Todo esto pertenece a la forma externa.

En la exposición se analiza lo que pertenece a la forma interna; argumentos o pruebas aducidas; método empleado para el trabajo; conclusiones principales y particulares de mayor importancia. En esto la recensión coincide con la relación.

En el juicio crítico uno se fija en la sustancia del trabajo, en el método, en las conclusiones; debe hacerse ver el mérito científico por el método y las conclusiones. Si el libro es realmente informativo, convincente, atractivo, constructivo, o más bien lo contrario. Debe señalarse el mérito real objetivo (excelente, bueno, ordinario, pobre; personal, común, serio, etc.; claro, confuso; lógico, o al contrario; interesante, pesado); deben indicarse los errores, probándolo si hace falta. Los errores y defectos meramente tipográficos, si no suponen notable negligencia, lo mismo que otros de escasa importancia, no conviene anotarlos. En cambio, los errores que haya en las citas será conveniente indicarlos, por los trastornos que pueden causar y no ser tan fácilmente conocidos. Este juicio crítico es el elemento distintivo de la recensión.

Antes de concluir este item, debemos indicar que algunos autores han reducido la recensión a sólo los siguientes criterios:

1. Título
2. Autor
3. Traductor
4. Editorial
5. Número de páginas
6. Encuadernación
7. Palabras claves
8. Biografía del autor
9. Fuentes bibliográficas
10. Descripción de la obra
11. Método y estilo
12. Resumen
13. Condiciones
14. Juicio crítico

9.2. ARMONÍA INTELECTUAL

La armonía del desarrollo, según el espíritu de la Ilustración, se realiza respetando las disposiciones peculiares del hombre. Y los educadores actuales fundan su compromiso en esta perspectiva pedagógica. Juan Jacobo Rousseau y Emmanuel Kant representan los dos polos de la problemática actual pasada a través de la mediación del idealismo y del positivismo: el legalismo moral que se funda sobre el deber merced a una pertenencia ontológica al Absoluto; la romantización de la ciencia, que se fundamenta en la reducción del conocimiento, de la moral y de la razón a una sola raíz.

La armonía educativa es buscada hoy en la formación de la polivalencia humana, que, a nivel didáctico, implica la promoción de estructuras mentales abiertas y la creación de módulos culturales capaces de orientar la conducta de la persona y de la colectividad.

Los estudios relativos a esta nueva perspectiva pedagógica tienden a la construcción de una estructura educativa interrelacionada armónicamente por tres aspectos que interactúan en el proceso del desarrollo formativo: filosófico, científico y político.

9.2.1. CERTEZA DEL EDUCADOR Y EDUCANDO

Las certezas del educador están siempre sometidas a verificación, porque actúa en un sistema de retroalimentación (feed-back), es decir, cuando el obrar se debe valorar continuamente basándose en las modalidades de respuesta del otro, que es un partner de pleno derecho en el proceso educativo.

La certeza de la persona se convierte en certeza del educador en la objetividad, no en la neutralidad. Por ello, proporcionalmente a las capacidades del estudiante, el educador debe proponer toda la gama (o espectro) de las alternativas (y en esto consiste la objetividad), de modo que el educando pueda hacer sus propias elecciones.

Con todo, estaría completamente fuera de lugar exigir que el educador sea neutral. El educador no tiene por qué recurrir a sus propias certezas, pero no por ello se debe privar al educando del ejemplo del propio educador, que ha hecho elecciones supuestamente maduras. Más aún, en este sentido es válido el antiguo refrán: "las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra".

La certeza del educando está en relación con la evolución de la propia personalidad, por lo que es oportuno también hablar de las certezas bio-fisiológicas que el sujeto adquiere al comienzo de su existencia (comunicación, deambulación, control de los esfínteres, etc.). Cada adquisición del sujeto procede de operaciones que le aseguran unas certezas.

Las adquisiciones se trasladan a planos cada vez más sofisticados, hasta poder alcanzar la elaboración explícita de arduas conceptualizaciones. Los valores-principios se estructuran en sistemas ideológicos históricamente objetivados. La fatiga síquica es tal porque el sujeto se mueve entre estructuras ideológicas alternativas, con su dialéctica interna (duda), tanto en relación con los valores como en relación con las personas e instituciones.

Por lo tanto, al referirse a la certeza del educando en su relación con el educador, es exigente considerar las actitudes del proceso evolutivo por las que atraviesa el educando normal durante su crecimiento, a fin de orientarlo hacia el encuentro consigo mismo.

9.2.2. COMPROMISO EDUCATIVO Y EQUILIBRIO

Hoy en día, el riesgo presente es el de disolver los fines del hombre en el tecnicismo de los medios. Por ello, el debate en la actualidad se ha hecho muy apretado, postulando la urgencia de la recuperación del discurso sobre los fines al lado de la recuperación del discurso sobre los medios.

La pedagogía, y este es el esfuerzo que debe desplegar, tiene que salir de la viscosidad de las relaciones en las que se encuentra amarrada y demostrar que es capaz de orientar la conducta. Con este fin, el debate corre a lo largo de un fondo buscando el modelo que señale el nuevo tipo de humanidad y oriente el compromiso educativo a la realización de objetivos, a medio y a largo plazo, capaces de verificar y confirmar la hipótesis del modelo a plantearse.

En esta perspectiva, el compromiso educativo asume validez si se limita a la referencia de una realidad concreta bien definida, y además puede tener una continuidad de valor al no ser alistado en la seguridad doctrinal. En este sentido puede decirse que el compromiso educativo en el mundo contemporáneo es problemático y exige un continuo trabajo entendido como "síntesis" concreta de problemas y de soluciones: síntesis en cuanto potencia unificadora; concreta en cuanto encarnada materialmente; de problemas y soluciones en cuanto traslado del ámbito del mero contemplar al del darse cuenta para transformar.

La problemática que más o menos marca el pensamiento actual ya no tiene nada del antiguo escepticismo, que invitaba al compromiso solitario: más bien se abre a un llamamiento a la solidaridad operante y constructiva.

Las exigencias pedagógicas de innovación social hacen surgir hoy, más que nunca, la fundación de una filosofía renovada de la educación capaz de apoyar y valorar el compromiso pedagógico que oriente hacia un equilibro formativo.

Las sugerencias personalistas se vuelven compromiso educativo precisamente en la vuelta a lo vivido, donde el hombre realiza la superación de sí mismo. Con todo, para que estas teorías tengan credibilidad, se debe encontrar un compromiso adecuado en un modelo educativo capaz de intervenir operativamente en el proceso de la formación humana.

9.3. EDUCACIÓN PARA LA CREATIVIDAD

Las investigaciones de J. Bruner históricamente se ubican en los años cincuenta, cuando en los Estados Unidos se asistía a un florecer de investigaciones sicológicas sobre la naturaleza y la característica de la creatividad, sobre las condiciones que la favorecen o la inhiben. E.P. Torrance siente la preocupación por lo que la escuela podría y debería hacer para promover la creatividad infantil.

En base a los estudios e investigaciones realizadas, podemos deducir algunos conceptos fundamentales que nos ayuden a precisar qué se debe entender por educación para la creatividad y cuáles son los problemas que ésta comporta.

La historia nos testifica que la creatividad es una dimensión esencial de la persona humana. Y si es verdad que la tarea de la educación es promover el desarrollo de la persona en todos sus aspectos, como educadores no podemos pasar por alto esta dimensión tan importante para la reconquista de un hombre auténtico que sepa liberarse de los condicionamientos y de las explotaciones a los que le somete la civilización industrial.

La creatividad, como afirma Bruner, no se puede promover con una enseñanza repetitiva y mnemónica: es necesario acostumbrar al estudiante a situarse problemáticamente frente a la realidad y a poner en acción estrategias concretas de solución.

Por ello se propugna una didáctica de la investigación que tenga en el hecho del descubrimiento el momento que la fundamenta y que la caracteriza. De aquí la necesidad de instaurar un método de trabajo interdisciplinar, dado que en la solución de un problema se utilizan estructuras comunes a los diferentes campos del conocimiento.

Pero esto sólo se podrá realizar si, como dice Rogers, el clima en el que se desarrolla la relación educativa es un clima basado en el respeto y en la confianza que el adulto tiene hacia el estudiante, en la aceptación de este último, de sus ideas, de sus necesidades y de sus intereses.

De esta forma se instaurará un clima de libertad sicológica y de seguridad que impulsará al educando a expresar sus concepciones aún distintas a las normales, sin temor a ser enseguida reprendido y censurado. Es igualmente importante promover una educación estética, vista sobre todo como reconquista de la dimensión senso-emotiva que la sociedad moderna masificada ha tratado de separar cada vez más de la dimensión racional.

A través de la recuperación y de la revalorización de la dimensión estética se recupera al hombre en su integridad y se le permite una nueva relación con la realidad.

9.4. LIDERAZGO INTELECTUAL

El profesor que acentúa el poder de experto habrá de cumplir dos funciones como lider: por una parte, crear condiciones físicas y sicológicas que faciliten el trabajo académico; y por otra, organizar una serie de actividades de estudio para lograr el aprendizaje adecuado.

Pues sólo si se tiene en cuenta las múltiples consideraciones socioeducativas se podrá hablar de un pluralismo cultural, en sentido propio y de manera auténticamente efectiva; multiplicidad de posiciones, cada una de las cuales no se encierra en su propio ámbito y ni siquiera pretenden prevalecer e imponerse por los caminos de la persuasión, sino que más bien exigen la confrontación dialógica continua con el método de la argumentación, ante todo para aquella clasificación interior que constituye también la razón de ser de cualquier educación auténtica; que no pretende una victoria por las exigencias de la práxis e incluso tienden a responder únicamente a las exigencias de la investigación científica racional; que, por tanto, no requieren ni siquiera mayoría de adhesiones.

Sobre la base de la democracia se precisa tanto como participación de todos en la vida política, pero también como garante de la libertad de cada uno, que se ha de reconocer ante todo en el plano teórico y que se ha de salvaguardar contra todas las mayorías y contra cualquier totalitarismo en el campo práctico.

Sabemos que es difícil resistir a las tentaciones del poder y sabemos que la política, si es el arte de lo posible, no puede renunciar al propio objetivo, que es el de llegar a la máxima realización de su programa. Pero precisamente por esto consideramos que, a su vez, la democracia, si quiere permanecer verdaderamente fiel a su objetivo, debe saber ir más allá de aquella relación de mayoría, en la que prácticamente está obligada a vivir.

Pues no se concede a cada uno una libertad indiscriminada de pensar y de obrar tal que se justifique incluso el delito o el terror. La libertad que se reconoce y que constituye la razón de ser de la democracia es la libertad racional, motivada y argumentada, y por tanto nunca separada del valor de la persona. La democracia no es un conjunto de individuos que no sobrepasan recíprocamente sus límites para no hacerse daño el uno al otro; ésta es la tesis del viejo liberalismo histórico, que reconoce los derechos y hace depender de éstos los deberes.

La verdadera democracia es la sociedad de las personas que del deber de su propia valorización sacan motivo para una coexistencia que se haga concretamente convivencia, mediante el diálogo (que reforzará) y la argumentación (que consolidará) sobre los objetivos, sobre los procedimientos y sobre la misma elección de los instrumentos.

La verdadera democracia es la sociedad que, en el reconocimiento de la diversidad de cada uno, se constituye como guardián de la irrepetibilidad del individuo y que por tanto se empeña en una lucha contra cualquier uniformismo y conformismo de las ideas y de las acciones. Este es el único pluralismo cultural auténtico; y éste es también el verdadero empeño educativo que una democracia debe hacer propio.

Así, la argumentación, si quiere ser instrumento de convencimiento y trámite para un consenso libre y responsable, no puede ser ni fragmentaria ni parcial; debe proceder en un ámbito de máxima extensión y confrontarse a todos los niveles posibles. Hay una técnica (que es a la vez requisito de ética profesional) de la argumentación, que no puede ser ignorada por quienes hacen de ella un ejercicio cotidiano: se trata de los docentes, de los periodistas, de los expertos en economía y política y de todos los que están empeñados en el mismo objetivo del pluralismo democrático que se logra sólo con la participación de un liderazgo inteligente.

En este contexto, no podemos olvidar que la eficacia de la función del lider descansa en la implicación de los miembros del grupo en las tareas colectivas y en el grado en que el grupo permite abordar problemas importantes para la buena marcha de sus miembros.

Y a quienes objetasen que el pluralismo confirma sustancialmente que uno se mueve en el terreno de las opiniones y no de las verdades, y que el diálogo, para ser libre, excluye la referencia al valor, respondemos, por una parte, recordando que el hombre es siempre buscador y no dueño de la verdad (lo que no significa que no pueda plantear la dirección de la búsqueda) y, por otra, precisando que el valor auténtico del que no se prescinde es el valor de la persona humana, reconocida en su realidad ontológica, deontológica y axiológica.

Es la educación de cada persona, su maduración y, la vez, su valorización lo que debe constituir el compromiso primario de la democracia y de todo lider inteligente, dado que los demás compromisos (económicos y políticos) están subordinados a éste. Si no es así, será inevitable el rechazo (práctico y teórico) de la dignidad de la persona, se manifestará la decadencia de la democracia y, al fin de cuentas, se impondrá la negación de cualquier pluralismo.

9.5. HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA PERSONA

La indicación de los fines educativos, como es ofrecida por la moral, por la política, por la sociología, etc., inevitablemente conduce a la dependencia de la pedagogía y a la posibilidad de hablar de un espacio científico de la pedagogía sólo limitado al momento metodológico, especialmente cuando se presenta como tecnológico.

Pero la pedagogía rechaza este módulo y considera que se hace esencial (por parte del sujeto de la educación) la elección de los objetivos; elección que se ha de evaluar pedagógicamente no en relación con un presunto valor objetivo de este o de aquel objetivo o según este criterio, sino teniendo en cuenta siempre que el verdadero y único valor es el hombre individual que se valoriza a través de la educación.

No podemos olvidar que, siendo la persona un valor, cualquier modalidad educativa que se elija, cualquiera que sea el objetivo que se piensa alcanzar, la educación tiene siempre como aspiración la valorización del valor personal, pues consiste en el beneficio de ser al que tiende el existente.

El hombre, como fin y no como medio, es un valor que reconoce el personalismo, pero de manera bastante más neta y más radical; además, más significativa histórica y teóricamente, que cuanto emerge de la formulación kantiana. Por ello, también es posible traducir aquel finalismo en una metodología que haga de la persona el maestro de sí mismo.

Pues, como consecuencia, la metodología del diálogo, que, mientras equipara en la dignidad a las dos personas, se hace posible para la diversidad de los dos, especialmente en el marco de las competencias, en el que no se pueden negar las funciones del maestro (enseñar) y del estudiante (aprender).

El diálogo también comporta la inevitabilidad de que el ambiente se haga personal y se convierta en un tu; de manera que, la superación de la mera factualidad positivista se traduzca en un conocimiento de la naturaleza que se ofrece a la persona sólo de manera alusiva, siempre a través de los signos de los lenguajes y no ciertamente en la presunta objetividad de los hechos.

Como apertura al otro, a los otros, el diálogo es apertura que pide una respuesta, una interacción, y por esto mismo es apertura a aquel ser que está presente en el "yo soy", pero a la vez apertura a aquel tu que es el Ser Absoluto. De aquí las dos dimensiones educativas de la vida del arte y de la vida de la religión y de la fe, experiencias ambas que la persona no puede descuidar so pena del propio empobrecimiento.

Por otra parte, la elección insuprimible entre el ser y el tener no sólo indica el camino y la dirección por la que se lleva a cabo el perfeccionamiento, sino que permite también pronunciar un juicio de valoración crítica sobre aquel eficientismo que aparece en algunos como la única razón de ser de la educación.

Es demasiado evidente que la eficiencia se inscribe en el marco del tener, sea que ésta se presente como resultado cuantificable o como producto tecnológico, sea que se traduzca en un poder (prepotencia) que lleva a negar la dignidad de la persona humana no sólo en el ámbito de la praxis (economía o política), sino también en el ámbito de la misma teoría, allí donde el pensamiento de cada uno debería encontrar, en cambio, su plena libertad de manifestación y no ser condicionado ideológicamente.

Así pues, no es eficientista, sino una educación humanística, la que resulta más en consonancia con la estructura de la persona; y es humanística también si se tiene en cuenta que ésta es llevada a privilegiar la capacidad innovadora y creadora en la persona no sólo en el ámbito del arte, sino en cualquier parte donde se pueda manifestar un testimonio personal. Esta es también pedagógicamente significativa, porque se reconduce al valor (cualquier educación es siempre valorizada) y porque lo manifiesta, lo expresa y lo comunica en la forma personal con las modalidades del ejemplo.

La educación tiene su valor, no en cuanto pretende ser ejemplar y/o exhaustivo, sino en cuanto que se ofrece como una de las infinitas posibilidades de dar "información" del ser, o si se prefiere, de ser "signo" del Ser. Esto conduce, finalmente, a reconocer que la tarea educativa consiste en actuar de manera que el hombre camine por un reconocimiento de signo que, a través de su significado, indique la dirección hacia aquella meta última en la que se puede encontrar el sentido del todo. Por esto el hombre educando es el hombre del lenguaje, el hombre de la palabra, el hombre de la autoimagen, pues los factores que favorecen la autoimagen y el autoconcepto son:

1° Competencia. Se ha demostrado que las expectativas personales elevadas y un alto grado de competencia por parte de padres y educadores poseen efectos positivos sobre el educando. Debe entenderse que la tarea planteada suponga la suficiente dificultad como para ofrecer interés al educando, pero no tanta como para llevar irremisiblemente al fracaso.

2° Libertad. Para que pueda darse un buen desarrollo del autoconcepto, deben propiciarse ambientes de suficiente libertad de elección, de modo que el sujeto pueda llevar a cabo decisiones significativas para sí mismo, incluso con la libertad de cometer errores. Libertad de elección junto a la libertad de amenaza.

3° Respeto. Lo que más necesita el educando es que el padre o educador le considere como alguien importante, valioso, capaz de rendir en las tareas personales.

4° Afecto. Se sabe que la situación de aprendizaje sicológicamente sana y acogedora estimula a los educandos a rendir más y desarrollar sentimientos de dignidad personal.

5° Control. La orientación personal y académica claramente definida, establecida y relativamente firme (no permisiva en exceso), produce un mejor autoconcepto en los educandos. No obstante, apuntemos que el control no implica ni el ridículo y ni la amenaza.

6° Éxito. El educador en general, y concretamente el padre, debe proporcionar una atmósfera de éxito más que de fracaso, puesto que ya sabemos que los autoconceptos cambian después de experiencias de éxito o de fracaso. La continua conciencia de fracaso reduce las expectativas y no favorece en ningún modo ni el aprendizaje ni el desarrollo personal.

7° Optimismo. Facilitar al educando una perspectiva optimista le permitirá no hundirse en sus fracasos, saliendo airosamente de ellos.

8° Responsabilidad. Dejar en las manos de los educandos la responsabilidad de su propio desarrollo, a la vez que se encuentre con un fuerte apoyo cuando lo necesite, de modo que él mismo se vea creciendo en esta responsabilidad, sin apenas darse cuenta de ello.

9° Valores. La autoimagen se crea generalizando al otro e integrándole dentro de una autoestructura. Si el sujeto, al tener de sí mismo un autoconcepto concreto, se conoce a sí mismo desde una perspectiva de valores, tendrá así ya el nivel de autoestima del sujeto.

Si el autoconcepto nace de la interiorización del otro, la autoestima nace de la valoración recibida de los demás, o la autovaloración depende de la valoración percibida de los otros sujetos.

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ACERCA DEL DR. RAMÓN ABARCA



 

Ramón R. Abarca Fernández es doctorado en Ciencias sociales por el Instituto de Ciencias Sociales de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino de Roma - Italia, mediante la sustentación del trabajo "El Vínculo Matrimonial en la Legislación y en la Sociedad Peruana.

Se ha desempeñado como docente en el Colegio Nacional de la Independencia Americana de Arequipa y en la Universidad Católica, actuando en ésta como profesor, Director Universitario de Proyección Social y Bienestar Universitario, Director encargado de los programas profesionales de Comunicación Social y de Trabajo Social, Reorganizador de la Biblioteca Central de la Universidad, Coordinador del Centro de Investigaciones (CICA), Reorganizador del Archivo Central, Vice Rector Académico, y Auditor Académico, entre otros.

Ha realizado investigaciones sobre el Comercio ambulatorio, el Transporte Urbano en Arequipa, los Movimientos Sociolaborales de Arequipa, el papel de Comunicador Social, entre otros.

Es Autor de:

El Grupo en Acción Formadora
Didáctica y Religión
El proceso del Conocimiento: Gnoseología o Epistemología,
Filosofía Cristiana
Vocabulario Jurídico Latino
Vocabulario Didáctico
Lógica y Filosofía
Vocabulario Filosófico Científico
El trabajo Intelectual: una Metodología

De textos universitarios: Sociología, Sociología Económica, Sociología Rural y Urbana, Doctrinas Políticas, Historia del Pensamiento Social, América Latina en la Encrucijada, Historia de la Filosofía Antigua, América latina: Problemas?, Filosofía, Metodología del Estudio.

 

 

 

 

 

 

RICARDO OZIEL FLORES SALINAS

LEONARDO GÓMEZ NAVAS CHAPA

Director General del Bachillerato

Director de Coordinación AcadémicaRICARDO OZIEL FLORES SALINAS

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