PRÓLOGO


¿Es la filosofía una ciencia métrica? A partir de la noción de ciencia que aporta Galileo, la filosofía deja ¿de existir? El avance vertiginoso de la ciencia que pretende responder a muchas de nuestras preguntas, ¿ha asumido el campo de la filosofía?.

Estas y otras interrogantes fueron naciendo en nuestro espíritu a partir de las primeras participaciones que tuvimos en eventos filosóficos o vinculados a la filosofía. Y fueron aquellas efemérides académicas las que generaron e incrementaron lo que hoy presentamos al culto público lector, nuestro "Vocabulario Filosófico- Científico" que día a día, minuto a minuto y vocablo por vocablo se ha ido conformando al punto de poder presentar alrededor de 470 términos o expresiones de carácter científico y/o filosófico.

Las palabras del filósofo español Julián Marías: "La filosofía tiene la exigencia de justificarse a sí misma, de no apoyarse en ninguna otra certidumbre, sino, por el contrario, dar razón de la realidad misma, por debajo de sus interpretaciones y, por tanto, también de las presuntas certidumbres que encuentra", revoloteaban en nuestra mente, cual inquisidor permanente. Pues, ¿cómo hacer que la filosofía subsista en los diversos claustros académicos? ¿Cómo propiciar que la filosofía nos haga descubrir el sentido de nuestra vida? Porque, si quienes cultivan la filosofía no la sustentan vivencialmente, ésta necesariamente será reducida a su mínima expresión. Es más, en el Congreso Internacional del Pensamiento Científico y Filosofía de la ciencia, organizado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia, se pretendió manifestar que la filosofía se reducía a una simple epistemología.

Ciertamente que no podemos negar los aportes de la ciencia en sus diversos campos; pero también es muy cierto que la filosofía debe arrancar allí donde los objetivos de cada una de las áreas científicas dejan el interrogante, y así evitar que la filosofía realice el simple papel de remedo o pantomima. Con mayor razón, si Gaston Bachelard manifiesta que la filosofía siempre va retrasada con respecto a los cambios en el saber científico, es exigente, que la filosofía, y los filósofos con ella, vayan de la mano con la ciencia en un fraterno y cálido diálogo a fin de dialogar realmente con la naturaleza.

Estos considerandos son los que nos han orientado a lo largo del trabajo. Son ellos nuestros puntos de partida y nuestro alimento permanente, porque entendemos que el hombre, artífice y conductor de la ciencia, no puede limitar ni demarcar absolutamente los campos del saber. Hoy, más que ayer, el diálogo interdisciplinario es un reto que el hombre no puede evadir, de lo contrario, sólo se terminará en una claustrofobia como parece que el recorrido científico absolutizante intenta mostrar. Sabemos y no podemos refutar, que las ciencias naturales: son empíricas pues su objetivo es una parcela del mundo experimental; son temáticamente reducidas, pues se atienen a un determinado aspecto; y, son metódicamente abstractas, en la medida que trabajan con un determinado método buscando un específico objetivo; por ello, se dicen particulares.

En cambio, la filosofía, si bien arranca de lo empírico en el sentido más vasto, se pregunta por los fundamentos, condicionamientos y supuestos de lo empírico en general, no siendo empíricos tales fundamentos; la filosofía explica lo empírico por lo no empírico; es una ciencia fundamental porque investiga los fundamentos últimos; es una ciencia universal y no particular.

Por otra parte, clara y tajantemente debemos reconocer que el material que publicamos no es un trabajo acabado, sino, simplemente, el esbozo de unas ideas que nos permitan llegar a la realidad y dialogar con ella y sobre ella, a fin de poder interpretar mejor y realizarnos como hombres e nuestra mejor integridad.

Está de más decir que no es un diccionario filosófico ni científico, pues sólo trabajamos con algunas expresiones filosófico-científicas que nos permitan la mejor y mayor cercanía entre la ciencia, que analiza conceptualmente algunos aspectos de la realidad, y la filosofía, que reflexiona sobre esa realidad a fin de encontrar el sentido de la vida y poder vivir plenamente como hombres que hacen uso racional de los avances de la ciencia.

Por ello mismo, pedimos disculpas al culto lector porque en este documento no encontrará un trabajo estructurado temáticamente; pues no ha sido esa nuestra intención; de ahí por qué hemos trabajado sólo con algunos vocablos y expresiones en base al aporte de los estudios que han estado a nuestro alcance, a fin de propiciar la reflexión filosófica sobre la ciencia y el avance de ella e intercomunicar el conocimiento científico y el conocimiento filosófico en beneficio del hombre.

Antes de terminar este prólogo, debo expresar mi gratitud a las autoridades de la Universidad por haber acogido la publicación de esta investigación filosófica. De no ser así, no habría podido conocer la luz y la crítica del alturado público lector. Es particular nuestra gratitud para con el señor Vice Rector Académico, Dr. Julio Paredes, pues su decidida intervención fue determinante.

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      "Como yo no podía detenerme en espera de la muerte, ella se detuvo amablemente por mí. En el carruaje sólo cavemos nosotros y la inmortalidad". (E. Dickinson, Time and Eternity)

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